martes, 20 de julio de 2010

¡NO HAY NADA QUE CELEBRAR!

200 años más de injusticia, explotación, desigualdad y guerra contra el pueblo, es lo que entendemos por bicentenario. La celebración de una falsa independencia parece estar anclada en la mentira clásica de una supuesta abolición de la esclavitud y la expulsión de un imperio tiránico de nuestro territorio, para configurar un gobierno criollo y soberano que en aquella época suponía liberación y autodeterminación pero que simplemente era la disputa histórica de una nueva clase en accenso contra la hegemonía extranjera, los blancos
españoles contra los blancos criollos, estos últimos dictaminado la nueva tendencia política y económica; la avaricia y la corrupción como fundamento de la oligarquía Colombiana. Hoy después de dos siglos gritamos con todo nuestro aliento y nuestra fuerza que no hay nada que celebrar. Nunca ha habido un proyecto real de independencia y aun vivimos bajo la sujeción, la explotación y la opresión de imperios pero con enclaves económicos y políticos postmodernistas y bajo la domesticación de los medios masivos de comunicación.

La historia se repite

Hace 500 años, cuando el invasor arribó en costas americanas, trajo consigo el saqueo y el sometimiento de indígenas y negros, el robo de tierras, riquezas y la esclavitud tanto terrenal como espiritual, con instrumentos de legitimación de su fuerza y su avaricia; la cruz y el fusil. El pretexto, civilizar a “paganos” y “animales sin alma”. La creación y el nacimiento de instituciones de enseñanza o corporaciones del saber correría con la difícil tarea del control ideológico de la sociedad con un fin a corto plazo; la conversión, pero también con el fin último de perpetuar un sistema de relaciones políticas y económicas [1]. La implantación de castas y la jera
rquización basada en derechos divinos y raciales vendría a ser el peor yugo existencial de los oprimidos. Triste historia de etnocidio y despotismo, algo que quedo consignado en los libros de historia, como eso, como nuestra historia [2]. El análisis comparativo que pretendemos hacer de aquella época de tiranía y absolutismo, parece ser imposible en estos bellos campos donde florece la democracia y la libertad de mercado, la prosperidad empresarial y la modernidad en técnica militar.
Sin embargo es aquel sentido común el que no nos permite absorber como esponjas las mentiras fabricadas y tan bien maquilladas del poder.
Hoy, y luego de 200 años del supuesto “grito de independencia”, permanecemos bajo formas de esclavitud y despotismo encubiertos en varias fases de nuestra vida. Una de las principales hazañas de los “libertadores” fue precisamente la
expulsión del imperio español, lo que en realidad seria un vil sofisma de distracción no solo para la conformación de una nueva clase dominante local, si no para la arremetida de otros imperios contra nuestro pueblo, en el año de 1500 con el pretexto de civilizar, en el 2001 con el pretexto de la “guerra contra el terrorismo”, en aquella época bajo la cruz y el fusil, hoy bajo la entrega de siete bases militares a Estado Unidos, en aquella época, con el permanente saqueo de los recursos, hoy con la llegada cada vez más generalizada de transnacionales o la inversión extranjera, en aquella época con la creación de corporaciones del saber que fabricaban los métodos de adoctrinamiento religiosos y civiles y hoy con la radio, la televisión y la prensa.

Ofensiva imperialista en Colombia

Durante el 2007, Estados Unidos sufría una de las más importantes crisis financieras de su historia, iniciada por la especulación bancaria y precisamente por una de las problemáticas que en Colombia se encuentra a la orden del día.
El préstamo de créditos hipotecarios a personas insolventes fue el detonante para la acentuación de la crisis, sistema que para inicios del año 2000 había permitido sacar de la recesión al sistema financiero estadounidense. La contradicción capitalista fue evidente, por un lado la creciente facilidad para la adquisición de créditos hipotecarios y por otro el estancamiento de sueldos y la reducción de ingresos familiares, lo que se permitiría la quiebra de varias entidades bancarias en los Estados unidos y la irradiación a nivel global [3].
Es en este contexto es que la ofensiva imperialista por parte de los Estados Unidos refleja la lógica del sistema capitalista, en términos de crear estrategias comerciales y guerreristas para fortalecer el control de su “patio trasero”, minimi
zar la crisis financiera y perpetuar su sistema de producción en base a la explotación de los recursos del mundo.
Colombia, es un país estratégicamente utilizado por el imperialismo, es por ello que las 7 bases militares hacen parte de una táctica tan vieja como el colonialismo, y es la presencia militar como coacción en la perpetuación de regímenes colombianos vasallos del imperialismo yan
qui, la guerra contra-insurgente, políticas contra las luchas populares, frenos a cambios y trasformaciones sociales, el control territorial de las riquezas colombianas, a la par de incentivar la inversión extranjera. A nivel regional, permitiría junto a las 11 bases configuradas en panamá, la desestabilización de gobiernos “anti-imperialistas” y opuestos a los “intereses estadounidenses”, además de tener la posibilidad directa de intervenir en los países mediante la vieja táctica de golpes de Estado, como lo sucedido el 28 de Junio en Honduras con el derrocamiento del presidente Zelaya, con ayuda directa del a base militar estadounidense de Palmerola, en este mismo país.
No es la primera vez que el imperialismo crea guerras para salvaguardar sus intereses o salir de las crisis económicas. La multiplicación de las bases militares (800 a nivel mundial) y la reactivación de la IV Flota de la marina de guerra de
los Estados Unidos con armas nucleares, navegando por el océano pacifico son pruebas irrefutables que estamos ante las formas más directas de control militar. Pero como ya se ha dicho, la táctica militarista solo hace parte de una gran estrategia del capital, en su prolongamiento [4].
La creación de Tratados de Libre Comercio y su respectiva implementación con auspicio de los gobiernos más reaccionarios como el uribista, no solo con los Estados Unidos, si no con la Unión Europea y Canadá como los más representativos, lo cual conllevaría, a la privatización, la competencia transnacional y el control agrícola e industrial por parte de estas, la flexibilización laboral junto con la precarización de las condiciones laborales y el desempleo permanente, im
plementación del terrorismo de Estado y obviamente clausulas que permiten la ocupación militar como sucedió el 1 de Julio en Costa Rica, en donde el parlamento aprobó la petición de Estados Unidos de “albergar” entre 7.000 y 13.000 tropas norteamericanas y amparados en el capítulo de Seguridad del TLC aprobado en el 2007 [5] .

La vida en la colonia

A nivel interno, la reproducción fatal del sistema económico y político diseñado por el imperio es fatal. La concentración de tierras y riquezas por parte de familias históricamente dueñas del país, la monopolización de la política a cargo de unos “especialistas”, la creación de leyes, que naturalmente siempre van en deterioro de la inmensa mayoría, la formación de grupos para-militares como parte de la estrategia imperialista para la represión, el encarcelamiento y tortura de luchadores sociales, la fabricación de “verdades” por parte de Caracol, RCN y pronto también por el tercer canal y todas sus redes de comunic
ación, el saqueo de nuestros recursos por multinacionales, el control hegemónico de la banca, que produce 500.000 familias desplazadas a raíz de sus créditos hipotecarios, y todo un engranaje de dominación sobre la vida social, es la real dependencia de una sociedad cada vez más reaccionaria y conservadora.
En el campo, los transgénicos, y los agros combustibles que ponen en detrimento la vida campesina e indígena, amenazan cada vez más la salud alimentaria de millones de colombianos. El asedio militar y para-militar es frecuente, el asesinato sistemático de campesinos e indígenas, el desplazamiento legal por medio de leyes como la fallida implementación del “Estatuto de Desarrollo Rural “que en el artículo 123 prohíbe al construcción de resguardos indígenas con el fin de que culturas indígenas se articulen a las “disposiciones de ordenamiento territorial”, generando el desplazamiento de culturas como Wounáa
n, Embera, Eperara, Tule y Awá etc. [6].
Los jóvenes sufren de represión constante, son igualmente asesinados y puestos como “guerrilleros muertos en combate” o “falsos positivos” como trata de llamársele para bajarle el tono a la realidad; masacres perpetuadas por el Estado. Estudiantes universitarios desaparecidos, encarcelados y asesinados por el Escuadrón Móvil Antidisturbios, amenazados por las “águilas negras” y los grupos neonazis o misma difusión de panfletos amenazando de muerte a cualquier elemento que creen antisocial; prostitutas, consumidores de drogas y delincuentes.

“Guerra de cuarta generación” y Guerra Social

La definición de “la guerra de cuarta generación” nace a partir de un documento elaborado por militares estadounidenses en 1989 llamado: “El rostro cambiante de la guerra: hacia la cuarta generación”, y básicamente funciona como una forma de confrontación no oficial contra un objetivo político-militar, contra-insurgente, en donde se interrelacionan tácticas de “grupos operativos descentralizados” con la creación de grupos paramilitares, en acciones de tipo violento, de sabotaje, y desgaste.
Se mezclan también la guerra mediática, la fabr
icación de mentiras, la desinformación, la manipulación sicológica por parte de los grandes conglomerados internacionales como CNN y a nivel local como ya sabemos Caracol y RCN [7].
En definitiva, es la guerra de baja intensidad que se vive en nuestra sociedad y su objetivo al igual que la guerra internacional, es encubrir un enfrentamiento d
irecto entre clases sociales tanto a nivel interno como externo y “evitar que este conflicto se asocie con el término bélico que mejor lo define, la guerra social, y con sus consiguientes implicaciones” [8].
Es en este sentido que asumimos la guerra social, como la tendencia histórica de la lucha de clases y nuestra lucha, la de los oprimidos, debe retomar y fortalecer el carácter anticapitalista y antiestatista para realmente comenzar a hablar de independencia. Reivindicamos el anarquismo como un proyecto revolucionario, de transformación social en todos los ámbitos de la vida, es por ello que nos complementamos con lo afirmado por la Federación Anarquista Uruguaya cuando creemos en que “nuestra crítica y nuestro proyecto no se agotan en el levantamiento, la protesta y la rebelión sino que maduran en un modelo de sociedad libertaria inconfundiblemente socialista, en una estrategia de ruptura revolucionaria y en un estilo militante combativo y de agitación permanente en dirección a las transformaciones sociales en gran escala” [9].
La guerra social implica re-leernos en un contexto
concreto, de crisis permanente del sistema político y económico, es la capacidad que tenemos como individuos y organizaciones de entender la lucha social como parte de nuestra existencia, de nuestra vida, está en la capacidad de las organizaciones de base en análisis de su proceso de lucha, el planteamiento de estrategias y tácticas para enfrentar las arremetidas del poder, la coherencia que debe existir entre nuestros medios y nuestros fines, re-plantear las metodologías libertarias, la acción directa como aquella capacidad de hacer un política diferente, fuera de los entes gubernativos y sus sistemas de dominación democráticos y alienantes, fomentar las practicas anarquistas. El pensar la guerra social, nos debe aclarar el tipo de conflicto concreto que vivimos, definir acciones, alianzas, proyectos y estrategias que nos den posibilidades reales de acción contra el poder.
Hoy, más que nunca, seguimos por los caminos d
e la verdadera independencia y liberación, hoy seguimos luchando por la justicia y la libertad, como dijo un compañero “nosotros vivimos en permanente guerra contra el Estado, el capital, el sistema y sus sucias cárceles”


Grupo Antorcha Libertaria
20 de Julio del 2010








NOTAS
1. Jaramillo Jaime, El proceso de la educación en el virreinato, Nueva Historia de Colombia, Vol. I.
2. Colmenares Germán, Economía y la sociedad coloniales 1550-1800, Nueva Historia de Colombia, Vol. II.
3. Entrevista Realizada a Jorge Beinstein; economista y Profesor Titular en la Universidad de Buenos Aires.
4. Renán Vega Cantor, crisis y contraofensiva imperialista de estados unidos en América latina, www.rebelión.org
5. Jose Antonio Gutiérrez, Ahora Costa Rica… EEUU y la militarización del Caribe, www.anarkismo.net
6. Boletín Acción Directa, Abajo el estatuto de desarrollo rural, Grupo Antorcha Libertaria, Abril 2009.
7. Renán Vega, Op. Cit
8. F. Drein, Más allá de nuestras narices, Un acercamiento a la Estrategia. 2004
9. Federación Anarquista Uruguaya Declaración de Principios, Aprobada en el Xº Congreso (Montevideo, Marzo de 1993).


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