viernes, 30 de julio de 2010

MOVIMIENTO FICTICIO Y MOVIMIENTO REAL

EL MOVIMIENTO ANARQUISTA

El movimiento anarquista en su estructura está compuesto por pequeños centros de poder que se desarrollan, actúan, juzgan, condenan, absuelven, deciden y se equivocan como todos los centros de poder. La función que desarrollan es semejante a la de sindicatos y partidos al servir de enlace entre las exigencias del capital y las presiones del embate de clase. Su óptica es la de sumar el mayor número posible de personas bajo una sigla o bandera. En este caso, el poder se mide en base al número de militantes, o mejor, el número de grupos federados (que la cosa impresiona más en cuanto no se sabe si un grupo está constituido por 2 o 200 militantes). Muchos compañeros están más atentos a los congresos y a las reuniones que a las propias luchas; más inclinados a redactar artículos filosóficos para las revistas que insisten en publicarles que al compromiso personal; no tan preocupados en atacar al poder como en tratar de molestarlo lo menos posible para seguir disponiendo de pequeñísimos espacios donde luchar o donde ilusionar con su lucha. La verdad es que en Italia el movimiento es, en su mayor parte, un movimiento ficticio. Quitando raros casos, está fuera de las luchas. Luchas que no pocos grupos y federaciones se atribuyen. Algún grupo va más adelante y se complace haciéndonos conocer sus experiencias dentro de algún consejo de fábrica o comité de barrio. Lo que aquí queremos subrayar es que, a menudo, detrás de toda esta tendencia o colectivo se pueden encontrar algunas personalidades más fuertes que otras, que acaban por construir un verdadero y propio centro de poder, administrándolo en perfecta armonía con las reglas universales del poder. No falta, y es evidente de modo particular en el movimiento anarquista italiano la tendencia a sobrevalorar la importancia del movimiento en sentido específico como elemento dinamizador de la revolución libertaria. Es de nuevo la manía del crecimiento cuantitativo, de la fuerza numérica, tanto más fuerte y desconcertante cuanto menos se es, y cuanto más lejos se está de las condiciones que hacen posible el crecimiento mismo. Resumiendo, tenemos pues un movimiento que se coloca como depositario de un patrimonio de ideas, análisis y experiencias bien precisas, pero que no tiene una relación directa con las luchas. Falta su presencia en las masas, que se considera como condición «única» de su mismo llamarse movimiento anarquista. Pero no todos los compañeros que se sitúan dentro de este movimiento comparten las ideas susodichas, no todos se acomodan a la espera de un crecimiento cuantitativo que debe producirse dentro del movimiento, crecimiento determinante para cualquier acción a desarrollar «en las» masas. Algunos ven el problema en sentido opuesto. En general este distinto análisis es realizado por los denominados grupos autónomos, aunque no es para nada homogéneo o universalmente aceptado.


 MOVIMIENTO FICTICIO Y MOVIMIENTO REAL


 Consideramos como movimiento anarquista ficticio el conjunto de los compañeros que administran una posición de poder dentro del movimiento, que no hacen un preciso trabajo anarquista contribuyendo al crecimiento de la conciencia revolucionaria en las masas, sino que se limitan a presidir las reuniones y congresos, tratando de dirigir a los compañeros más jóvenes o menos preparados hacia lo que ellos consideran los principios indiscutibles del anarquismo. Quedan los otros compañeros que por debilidad o por aquiescencia acaban por adecuarse a las decisiones que son tomadas siempre por las mismas personas. Esos, aunque comprometidos en las luchas concretas desnaturalizan el significado mismo de la necesidad de la delegación y no se ocupan de prepararse de modo tal que válidamente se contrapongan a la «tiranía» del compañero más competente o de más autoridad. El resto del movimiento comprende dos direcciones bien precisas: los que teorizan la necesidad de la minoría específica, constituyéndose como vanguardia destinada a tutelar los sacros principios del anarquismo (o anarco-leninismo); y los autónomos, que se debaten entre el estímulo originario del crecimiento y una nueva visión del movimiento en sentido real En el caso de que estos últimos grupos se autoconsideren los depositarios de la verdad y, como tales, destinados a recoger la herencia de las sacras virtudes anarquistas del pasado, su destino está señalado con anticipación. Muy prestos también ellos encontrarán a su líder (si no lo han encontrado ya) y marcharán en las filas del movimiento ficticio; en el caso de que giren la mirada fuera de la organización, hacia la realidad concreta de las luchas, entonces tal vez sean los compañeros más indicados para darnos un nuevo análisis de la esencia y las posibilidades de un movimiento anarquista real. Pero, en general, el movimiento anarquista no molesta mucho y se le deja dormitar en paz. La ilusión democrática abre espacios de acción imaginaria ante los ojos de muchos compañeros y los induce al error.


 EL MOVIMIENTO ANARQUISTA REAL


La parte no desdeñable del movimiento anarquista internacional que está constituida por los grupos autónomos, como habíamos indicado, no tiene un derecho mayor que cualquier otra, a declararse parte -o constituyente- del movimiento anarquista real. También aquí se pueden verificar fenómenos de concentración elitista, de elefantismo obtuso, de atraso en los análisis en las estrategias de lucha. Al contrario, nos parece que el lugar más seguro para buscar el movimiento anarquista real está fuera de los esquemas y de las iglesias. Se sitúa en las masas que en concreto plasman sus postulados en la confusión y en los cambios de opinión, en los errores y en los titubeos, pero con un notable esfuerzo de autoorganización de la lucha, empleando en ellos una estrategia anarquista de aproximación a la revolución social. Pero esta búsqueda en las masas no se puede hacer de modo ciego. En las masas explotadas la organización de los ataques al poder (patronos, sindicatos, partidos) es un hecho espontáneo, emergente de modo inmediato del proceso de explotación. En estas luchas se dan un mínimo de condiciones para el crecimiento de un movimiento real que no es cuantificable en términos de grupos o federaciones, sino que, indirectamente, resulta medible sobre la base del número de acciones de un cierto tipo que son realizadas sobre la base de la circulación de ciertas ideas, sobre la base de la respuesta que ciertas ideas reciben en determinados ambientes de explotación. En esta perspectiva las tesis anarquistas del pasado no pueden ser aceptadas de forma sagrada, sino que deben ser leídas en clave de actualidad, como modelos de acción y no como estereotipos momificados. Sólo de este modo se podrá tener un movimiento anarquista real que no resulte atrasado frente a los estímulos teóricos procedentes de las situaciones reales impuestas por el movimiento real de los trabajadores. Este, resistiendo a la eliminación física en las cárceles y en los manicomios, rechazando jugar el rol asignado por el poder, desarrolla una organización autónoma que puede también llegar a formas bien precisas de articulación. El movimiento anarquista real no puede ser extraño a esta germinación organizativa espontánea: obligatoriamente debe formar parte de ella tratando de garantizar la esencia libertaria que emerge del movimiento de base: la lucha contra todo tipo de poder. Pero este movimiento anarquista real no debe asumir ninguna forma de prevalencia sobre las organizaciones del movimiento de los trabajadores y no puede ser administradas por especialistas iluminados capaces de mantenerlas en vida en momentos de cansancio. El punto esencial a no olvidar es que estos famosos momentos de reflujo lo son para el movimiento ficticio de los trabajadores, no para el movimiento real, sometido en todo instante a la presión incansable de la explotación y el genocidio.



 EL MOVIMIENTO FICTICIO Y EL DOMINIO DE LO APARENTE



 Nosotros somos partidarios de la organización, pero la organización no puede ser un problema en sí misma, aislada de la lucha; un obstáculo para acceder al combate de clase. El conjunto organizativo despegado de la realidad cae en el dominio de lo aparente y se eleva a la categoría de catedral en el desierto. En su interior se producen todo tipo de disputas entorno a las estrategias y tácticas, que nada tienen que envidiar a las reales; sólo que todo sucede en mundo ficticio. El motivo de esta situación se debería buscar en la existencia de pequeños centros de poder que empujan a muchos compañeros a rotar en torno a ellos, mientras los pocos que administran estos centros, en base a la ley de cualquier organización de poder, no pueden hacer otra cosa que continuar administrándolos. Nos parece que estos compañeros, aunque de buena fe, son responsables directos de esta situación si continúan sin hacer nada al respecto. Es verdaderamente extraordinario el esmero con el que son embalsamadas ciertas momias por quien debería ser por definición contrario a todo tipo de conservadurismos. En sustancia es la ilusión producida por la apariencia lo que empuja a estos compañeros a comprometerse en algo que no tiene sentido si no es considerado un fin en sí mismo. De ahí las grandes fatigas para mantener en pie organizaciones que sólo tienden a perpetuarse a sí misma esperando que llegue el día glorioso de pasar a la acción. El proyecto revolucionario anarquista parte del contexto específico de la realidad de las luchas. No es un producto de la minoría, no es elaborado por ésta y exportado al movimiento de los trabajadores, que lo adquiere en bloque o a plazos. El proyecto revolucionario no es ni siquiera una realización acabada en todas sus partes. Los anarquistas no deben imponer su conciencia de minoría revolucionaria a la clase trabajadora. Actuar en este sentido significa, involuntariamente, perpetuar la violencia leninista. Al contrario, participando en el proceso de autoorganización de la masa, trabajando dentro, no como teóricos políticos o especialistas militares, sino como masa, se puede evitar el obstáculo insuperable de la minoría separada que intenta «viajar» hacia la totalidad de la masa, pero no sabe decidirse sobre la metodología a emplear. Es necesario partir del nivel real de las luchas, del nivel concreto y material del combate de clase, construyendo pequeños organismos de base, autónomos, capaces de colocarse en el punto de coincidencia entre la visión total de la liberación y la visión estratégica parcial que la colaboración revolucionaria hace indispensable. No se trata pues de propaganda, de «hacerse conocer» por las masas, no se trata de acceder a los grandes medios de comunicación, no se trata de hablar en televisión a millones de espectadores; se trata de realizar en cada hecho de la lucha de masa la conciencia revolucionaria de la minoría, transformando en hecho-concreto la conciencia que en convento minoritario, quedaba en simple abstracción; haciendo que la necesidad del comunismo advertida por las masas se realice, poco a poco, en una concreción cotidiana, en una organización material de la vida.


 ¿QUE MOVIMIENTO?


 Pero, en definitiva ¿qué cosa debemos entender por movimiento anarquista? Pensamos que debe ser entendido en el sentido más amplio de término, como el conjunto de todas las fuerzas que luchan por la realización de una revolución social libertaria; pero pensamos también que la cristalización oficial de algunos componentes de este movimiento, el ponerse cómodo sobre temáticas escolásticas, el encerrarse en conventos que escupen sentencias de absolución o condena, haya acabado, al día de hoy, por transformar la parte más grande de este movimiento en un pesado e inútil carrozón ideológico. Sin embargo, más allá de la estructura, que está matando todo, hay compañeros, individuos que intentan luchar por su ideal, que ven con claridad como este choque continuo con la estructura acaba por oprimirlo cuando debía exaltarlo y hacerlo realizable. Estos compañeros son los destinatarios privilegiados de nuestro discurso.


 LA ORGANIZACIÓN


 La organización específica de las masas explotadas se da a través de la autoorganización. Esta puede extenderse en el curso del combate y del desarrollo de las contradicciones, pero sin perder su fundamento espontáneo de autorregulación. Esto garantizará la persistencia de una estructura horizontal, única salvaguardia para continuar la lucha. El aislamiento es la causa de la derrota revolucionaria, no sólo sobre el plano militar, sino, más todavía, sobre el político. Ello no es posible cuando el organismo actuante no es producto de un dualismo (organismo de masas-organización específica), sino que es la masa misma la que extiende su actividad estructurándose de modo autónomo. Todo está todavía por hacer en esta dirección. La masa desarrolla e incrementa diariamente su necesidad de comunismo, elabora su propia teoría, determina sus enemigos. No podemos continuar quedándonos en lo cerrado de nuestros grupos, meditando análisis y proponiendo estrategias de acción como producto de un organismo que se considera interlocutor privilegiado de la masa. Debemos poner al revés el razonamiento, dejar de contarnos y comenzar a contar a los explotados y guettizados.


  DE NUEVO SOBRE EL ERROR DEL CRECIMIENTO CUANTITATIVO DE LA MINORÍA


 La vieja ideología cuantitativa se puede transferir bajo la forma de objetivación de la minoría misma. El compromiso por la lucha viene dado por la búsqueda del crecimiento del movimiento específico, de la minoría. No debemos basarnos en las propias perspectivas y en los intereses propios, utilizando las ocasionales instancias del movimiento de los trabajadores como detonador del proceso de desarrollo y de ampliación, sino, al contrario, el punto de partida debe ser la transformación de la realidad misma, esto es, la transformación de la relación existente entre autoorganización y delegación de las luchas. Por eso, el «terreno» sobre el que comprometerse sólo puede ser el propuesto por los estímulos de la realidad misma, tomando en cuenta, como sabemos, que estos estímulos están divididos entre el empuje hacia la autoorganización de las luchas y el impulso hacia la delegación. Si en un barrio crece el descontento por ciertas carencias del poder que causan disfunciones (aumento de la explotación), esto no significa que el barrio esté dispuesto a auto organizar la lucha para resolver el problema inicial, hacer disminuir la explotación que lo golpea y pasar a profundizar la lucha por otros objetivos más generales y más específicamente revolucionarios. A menudo, todo lo que está dispuesto a hacer es esperar para ver qué camino es el más eficaz para obtener aquello de lo que carece.. Por este simple motivo, sindicatos y partidos pueden en todo momento obligar al poder a eliminar las contradicciones y, haciéndolo así, a apagar las luchas. Nuestra tarea no puede ser, por tanto, sólo la de llegar antes que ellos, sino la de introducir la lucha en un cuadro más amplio, en un proyecto revolucionario más complejo, que pueda desplazar la relación autoorganización-delegación! del lado de la autoorganización. Y esto no es posible encerrándose en el hecho en cuanto tal, en la acción como fin en sí misma, o peor todavía, en una perspectiva de crecimiento cuantitativo de la minoría. En estos últimos tiempos, la necesidad de comprender bien esta relación se hace más apremiante. Podemos decir que el disenso se ha institucionalizado. La contestación, el formular peticiones no ortodoxas, una cierta animosidad de la base, cosas que hasta ayer causaban un cierto pánico en los sindicatos y en los partidos, hoy pueden ser objeto de debate en las instituciones. Mediante la discusión, la apertura, las asambleas de base, el diálogo, se impone, de forma limpia y sin escorias, lo que quiere el poder. Por tanto, el objetivo de intervención no puede ser establecido a priori, sino que va delimitándose en el curso de la intervención misma y sobre la base de las modificaciones que ello causa sobre la realidad de las luchas. No puede valorarse en base a resultados objetivos inmediatos por alcanzar, porque esta también puede ser tarea de partidos y sindicatos; no puede ni siquiera valorarse en base a una ideología a priori, que acaba por hacerse afirmación maximalista y, muchas veces, inoperante frente a una realidad que se va estructurando sobre una serie de contradicciones. Si, por ejemplo, nos limitásemos a denunciar las condiciones de los encarcelados, seríamos sin duda útiles a los compañeros a los compañeros que sufren la represión; pero limitándonos a esto, condenaríamos nuestra intervención a quedar en manos de una minoría externa que se acerca a la realidad y la divisa, se bate por ella y, - al límite, hace algo por cambiarla a mejor. Pero este «cambiar a mejor» es útil también para el poder que, antes o después, debe también decidirse a adoptar sistemas más refinados y socialdemócratas de represión; sistemas igualmente, si no más, eficaces. La acción práctica de la minoría es la realidad de las luchas es, pues, la de impulsar el desarrollo de la autoorganización, rompiendo con el delegacionismo y el dirigismo, aunque esté camuflado de proyecto revolucionario.


 LA FRAGMENTACIÓN DE LA REALIDAD DE LAS LUCHAS


 La existencia misma del poder y de la explotación es el indicio más seguro de la fragmentación de la realidad de las luchas. En caso de que éstas lograsen fundirse en una acción homogénea, es decir, hiciesen prevalecer la tendencia a la autoorganización, el poder sería barrido. Y dado que este último aprecia perfectamente el peligro, se organiza en consecuencia. Sus aliados más eficaces: los partidos y los sindicatos. Esta fragmentación no se traduce en una distinción de niveles según la presencia reformista, tecnocrática o revolucionaria. Es una fragmentación que desciende en vertical, en profundidad. Una realidad de lucha en una fábrica, barrio, guetto, escuela, manicomio, etc. no es nunca calificable como «realidad» reformista, tecnocrática, revolucionaria, etc., siempre tiene un conjunto de problemas y de estímulos que la caracterizan, un conjunto de tendencias y prejuicios, de separación y de empeño, de compromisos y de toma de conciencia. Sólo cerrando los ojos se puede admitir, por definición, que la minoría es monolítica porque ha tomado conciencia, mientras que la realidad es fragmentaria porque ha de ser conquistada por la minoría. En realidad las cosas son muy distintas, el proceso es, para ambos elementos de esta relación, una tendencia y una constante modificación.

A. M. Bonanno.

jueves, 29 de julio de 2010

La Guerra y la Revolución: reflexiones a partir del nuevo conflicto Uribe-Chávez

El siguiente artículo ha sido elaborado como crítica al argumento que se viene agitando desde hace un tiempo por parte del reformismo de que la insurgencia colombiana se habría convertido en la "excusa" para justificar el terrorismo de Estado y el imperialismo. Tal argumento, aparte de no ser verdadero, desde nuestro prisma, se convierte en una justifiación "suave" precisamente del terrorismo de Estado y del imperialismo. Esta reflexión que venía trabajando desde hace tiempo en base a debates dentro de la izquierda, dentro del movimiento por la defensa de los derechos humanos en Colombia, ha sido finalmente desarrollado debido a las desafortunadas e innecesarias expresiones de Chávez durante las denuncias ante la OEA por parte de Colombia como un "cómplice del terrorismo". Ante el recrudecimiento de la presión imperialista creemos fundamental una mayor claridad conceptual.




La Guerra y la Revolución: reflexiones a partir del nuevo conflicto Uribe-Chávez



El reciente capítulo de tensiones entre Venezuela y Colombia no puede ser visto como un incidente más entre vecinos con relaciones tradicionalmente tormentosas. La ofensiva mediática del gobierno de Uribe Vélez en contra de Venezuela por “albergar terroristas”, debe ser vista dentro del marco general de recrudecimiento de la agresividad del imperialismo en la región. En la medida en que los EEUU buscan recomponer su hegemonía y recuperar terreno perdido mediante el incremento en su pie de fuerzas en la región (reactivación de la IV flota; bases militares en Colombia, Panamá, Aruba, Curazao; golpe militar en Honduras y ocupaciones de Haití y Costa Rica[1]), las denuncias de Colombia hacen parte de la estrategia mediática de la guerra de baja intensidad declarada por parte del imperialismo principalmente en contra de Venezuela, pero por extensión, en contra de todos los regímenes que no se cuadran dogmáticamente detrás de sus designios o que buscan la integración regional, horror de horrores de Washington. Estas denuncias buscan crear el ambiente de histeria mediante el cual el uso potencial de la violencia pueda verse justificado según la ideología predominante de la “guerra contra el terrorismo” (que en nuestras latitudes, se confunde con la “guerra a las drogas”). Por lo pronto, la fuerte presencia yanqui en el área Centroamérica-Caribe juega un rol disuasivo. Pero nada indica que en caso de necesidad, no pueda darse el paso a la agresión abierta –las incursiones de paramilitares colombianos en territorio venezolano, que no reciben la misma atención que los campamentos guerrilleros por parte de los medios internacionales, los cuales también juegan su parte en esta estrategia imperialista, es una clara señal de la guerra de baja intensidad que se prepara.

Bien lo señala Antonio Caballero: “la pelea con Chávez no es (…) un capricho agónico de Uribe (…) Sino un servicio más que les presta a sus amos [ed. En EEUU], como diría el coronel venezolano. Así, el Departamento de Estado norteamericano ya terció para advertir que ‘hay que tomar las acusaciones muy en serio’. Porque muestran lo que había que mostrar: que Chávez es un protector de narcoterroristas. ¿Y para qué son las siete bases cedidas por Colombia? Pues para combatir el narcoterrorismo”[2].

Ante este sombrío panorama, no hay, no puede haber, espacio para medias tintas. Al imperialismo se le enfrenta o se le hace el juego. Acá no sirven las amenazas de que “les cortamos el petróleo si nos tocan”, ni los quiebres mediáticos de relaciones diplomáticas con Uribe, mientras se anuncia que éstas se reanudarán en una semana y media con Santos (como si los dos no fueran cortados por la misma tijera imperialista y paramilitar). Acá las posiciones no pueden prestarse a equívoco. No puede denunciarse un día al “cachorro del imperialismo” para al día siguiente andar con abrazos y besos, diciendo “hermano bolivariano, no permitamos que el imperio nos enfrente”. Desde luego que no esperamos esta claridad del poder: esta claridad la esperamos del mismo movimiento popular y es ahí donde debemos dar una lucha ideológica muy profunda, pues no faltan los que se marean con los discursos equívocos que vienen desde arriba.


¿Excusas para el imperialismo?


De lo dicho por Chávez hay un aspecto que creo debe considerarse con especial cautela, porque es un argumento fundamentalmente erróneo, repetido hasta la saciedad en Colombia por una seudo izquierda socialdemócrata que ha entrado en el juego de borrar la historia de las luchas colombianas, de manera que, involuntariamente o no, terminan haciendo el juego a la reacción de la oligarquía colombiana y de paso al imperialismo.

Este argumento es el que reza que la “guerrilla debe reconsiderar su estrategia armada porque se han convertido en una excusa para que Washington se involucre en Colombia y agregue a países vecinos”[3], en palabras de boca de Chávez mismo. Según esta versión, son las guerrillas colombianas las que se han convertido en excusa del imperialismo y de la oligarquía colombiana para ejercer el terrorismo de Estado. Es decir, sin guerrillas, la oligarquía jugaría limpio y el imperialismo se retiraría respetuosamente al norte del río Bravo… ¡me pregunto si Chávez antes de regalar “Las Venas Abiertas de América Latina” a Obama se lo ha leído!

Semejante afirmación podría pasar como una sencilla tarugada salida de boca de cualquier hijo de vecino. Pero en boca de supuestos revolucionarios, de gente supuestamente de izquierda, se convierte en un argumento desmovilizador, desmoralizador y en un juego abierto a favor de la reacción. Me imagino la satisfacción que deben sentir en la Casa de Nariño y en el Pentágono de que en momentos de crisis como estos, Chávez salga gratuitamente a reforzar la propaganda imperialista sobre el conflicto colombiano.

No es primera vez que escuchamos a la izquierda reformista quejándose de esos molestos campesinos patirrajados en armas, que sirven de “excusa” para Uribe, que sirven de excusa para los paracos, que gracias a ellos se criminaliza a la izquierda… confundiendo de tal manera la causa con el efecto. En una entrevista de 1988, dice el ex dirigente del Partido Comunista Colombiano, Gilberto Vieira: “Nosotros constatamos la existencia de una incipiente pero peligrosa tendencia socialdemócrata en Colombia. Ellos dicen que la causa de todas las desgracias en el país es la existencia de las guerrillas (…) están trabajando con la Socialdemocracia europea y están con esas teorías de que la causa de todas las desgracias es el movimiento guerrillero. Esa tesis no la levantan en Colombia ni los liberales ni siquiera los conservadores”[4]… ¡Quién diría que apenas dos décadas más tarde, casi el conjunto del derechizado espectro político, incluidos liberales y conservadores, estarían de acuerdo en esta tesis que la socialdemocracia comenzó a desarrollar a fines de los ’80! ¡Quién diría que esta tesis sería absorbida y utilizada por el proyecto paramilitar-uribista como parte de su lucha ideológica, de su lucha por pervertir la historia! Peor aún, ¡Quién diría que dos décadas más tarde gran parte de la izquierda colombiana agrupada en el Polo Democrático Alternativo (coalición de la cual hace parte el Partido Comunista) se hace eco de este argumento, reclamando constantemente a la insurgencia su desmovilización unilateral y vociferando que la “guerrilla” hace el juego al uribismo dándole excusas para reprimir!

Acá se hace necesario ser claros:

La insurgencia en Colombia es producto de un terrorismo de Estado salvaje, de la penetración brutal del imperialismo en territorio colombiano, y de una oligarquía que ha convertido la violencia abierta en una manera normal de hacer negocios y enriquecerse. Las guerrillas nacieron como una respuesta de defensa a la violencia de los ’40 en contra de los campesinos –con el paso del tiempo, las formas de este terror han cambiado, más no así su esencia. El cuento no es al revés. No es que la guerra sucia, que el paramilitarismo, hayan empezado porque había guerrillas –tal cosa es el discurso fétido de un ideólogo del uribismo como es José Obdulio Gaviria. La izquierda debería tomar sana distancia de esta clase de argumentos falaces.

Pablo Beltrán, comandante del ELN, expresó con meridiana claridad este punto, que la guerrilla colombiana es efecto y no causa, al referirse a los debates en el seno del Polo en torno a la lucha armada: “El debate no es si la guerrilla sigue o no sigue, sino, si la élite va a dejar de hacer la guerra sucia y de poner todo su aparato de Estado para eliminar a la oposición”[5]. Por lo pronto, nada hace pensar que la oligarquía colombiana está dispuesta a ceder en la guerra sucia –es más, la profundiza día a día, como queda evidenciado con los recientes escándalos del DAS, falsos positivos, con el despojo-desplazamiento de millones de colombianos, con los señalamientos y amenazas constantes del poder, con el recrudecimiento del paramilitarismo en los centros urbanos y en los campos colombianos.


Guerra y Revolución


Existe una relación íntima entre guerra y revolución, que ha sido establecido desde el inicio mismo de las revoluciones modernas. Estudiando la Revolución Francesa, dice el teórico libertario francés Daniel Guérin que: “Casi todos los acontecimientos importantes de la Revolución Francesa estuvieron condicionados por la guerra exterior, por la suerte inestable de las armas. El mecanismo fue prácticamente invariable: cada derrota militar modificó la relación de fuerzas a favor de la vanguardia popular; cada victoria, a favor de la burguesía.”[6] Puede decirse que esto no fue en absoluto una particularidad de la Revolución Francesa: las derrotas militares del Zarismo en contra de Japón y de Alemania produjeron las revoluciones de 1905 y la de los Soviets en 1917, respectivamente. La derrota militar en las colonias africanas abrió en Portugal las puertas a la Revolución de los Claveles en 1974. La derrota francesa de 1871 dio paso a la primera revolución proletaria moderna, la Comuna de París. Ejemplos abundan por decenas. Y aún cuando aún no esté a la vista una revolución en Colombia por ahora, la suerte inestable de las armas sí afecta la balanza política como lo demostró la grosera utilización de la Operación Jaque por parte de Uribe, quien intentó mediante esta victoria echarse al bolsillo al poder judicial y prolongar su mandato indefinidamente. De igual manera, cada golpe militar a la insurgencia es utilizado descaradamente por el gobierno colombiano para sus fines políticos, y de ello se desprende la importancia del aspecto mediático y propagandístico de la guerra –de ahí la obsesión por los “resultados” que llevó a los montajes, falsos positivos y ejecuciones extrajudiciales, a los informes plagados de mentiras y exageraciones, como manera de inflar los resultados y dar una falsa impresión de triunfalismo fácil.

Aquellos que creen –como se desprende del discurso hegemónico del Polo- que si desaparecen las FARC-EP, o el ELN -sin realizarse cambios políticos estructurales y profundos previa su desarticulación- se abrirían las puertas para que la izquierda pueda acceder “democráticamente” al poder en Colombia se equivocan medio a medio. Aquellos que creen que la derrota militar de la insurgencia, o su desmovilización en condiciones de derrota, harán que desaparezcan las “excusas” del Estado para seguir excluyendo, asesinando y despojando, se equivocan rotundamente e ignoran las condiciones reales de las luchas sociales en Colombia. La política no se hace sobre una tabla rasa, sino sobre la historia concreta de cada nación: Colombia jamás será Porto Alegre.

Más allá de las diferencias políticas que podamos tener con la insurgencia; más allá de las querellas que en más de una ocasión hemos podido tener con los métodos autoritarios que pueden aplicar, hay un hecho objetivo: la derrota militar de la insurgencia abriría las puertas de par en par a una reacción sin precedentes. Estaríamos, no quepa ninguna duda, ante un auténtico carnaval de la reacción.

Quiero citar acá las palabras de un dirigente campesino, de la ANUC-UR, las cuales creo que iluminan ciertos aspectos de esta cuestión crucial:

“El conflicto que hoy enfrentamos tiene profundas raíces, deviene de años, de siglos, de resistencia (…) Pero sobretodo deviene de la forma en que se construyó el Estado colombiano, a través de la guerra, del exterminio, del despojo (…) por eso decimos que en Colombia existe un conflicto social y armado, social por las causas estructurales y armado porque la guerra es la forma específica en que en los últimos 40 años se construyó, al menos hegmónicamente, la política (…) El conflicto armado no es ajeno a las causas por las cuales luchamos; y aunque la degradación del mismo ha hecho que una parte de la expresión insurgente se rija por las lógicas miliaristas y autoritarias, es más perversa lalógica del Estado que ha ubicado en la guerra la justificación de su estrategia para continuar excluyendo la población y arrebatando hoy más que nunca nuestros recursos naturales”[7].

Es decir, el término del conflicto en Colombia no es meramente un asunto de voluntarismo, sino que responde a dinámicas sociales históricas y concretas; segundo, el conflicto refleja las demandas históricas de los oprimidos y explotados en Colombia (he ahí el esmero del poder en “vaciar” de ideología a la insurgencia, equiparándolas con meras bandas delictivas, pero ¿alguna vez el poder ha reconocido legitimidad a sus detractores?); aún cuando la guerra sucia haya llevado a un sector insurgente a prácticas degradadas, en ningún caso este sector puede ser equivalente al Estado; y por ultimo, es el Estado el cual justifica en la guerra una estrategia preconcebida (y de hecho, implementada de antes de la existencia de las guerrillas) de despojo y saqueo. Que haya sectores de la izquierda que se hagan eco hoy en día de este discurso y que planteen que la guerrilla es la “excusa” del uribismo (que sea utilizada como tal no significa que efectivamente lo sea), sencillamente demuestra la confusión política imperante en las tiendas izquierdistas. Tal es el mareo ideológico que se termina replicando un argumento crucial de la oligarquía, el argumento mediante el cual ponen la realidad de cabeza.

¿Significa esto que hay que abandonar la demanda de la solución política al conflicto? De ninguna manera. Pero tampoco hay que olvidar que esta demanda de solución negociada se da en el marco de la lucha de clases más aguda del hemisferio; que no se logrará sin lucha ni resistencia; que el modelo de guerra que se enfrenta es no solamente una guerra contrainsurgente sino que por extensión una guerra al bolsillo y los derechos de la clase trabajadora, es una guerra contra el pueblo; y que la presión fundamental debe hacerse hacia el Estado, expresión política de la oligarquía colombiana, que es el responsable histórico del conflicto social y armado en Colombia. El discursillo trasnochado de las ONG de los “actores armados”, como si fueran equivalentes, equidistantes y equiparables, debe ser desechado al tacho de la basura. Acá no debe hacerse presión “por igual” a las “partes” del conflicto.

Solución política no significa, no puede significar, desmovilización. La desmovilización sin alterar profundamente las relaciones sociales imperantes en Colombia (relaciones que reposan sobre la correlación de fuerzas de las clases y no sobre formalismos jurídicos) no garantiza ni una apertura democrática, ni un término de la violencia de clase, del saqueo, del despojo, ni el fin de nuevos ciclos de violencia. Que haya un sector de la izquierda, hegemónico en el Polo, que piense esto, demuestra que con las desmovilizaciones de los ’90 no se aprendió nada.

Obviamente, hablar de negociación política significa hablar desde una posición de fuerza (algo que el uribismo entiende mejor que nadie[8]), significa encontrar un lenguaje común del bloque de los de abajo (los de arriba tienen su lenguaje común y su programa muy claramente definido) y significa que exista una presión del conjunto del pueblo que sea constante para conseguir ese cambio. Significa, en una palabra, volver a poner la revolución en la agenda política, pues de lo que se trata no es lisa y llanamente de “resolver un conflicto” sino de transformar la sociedad fundada en la violencia, la explotación más feroz y la injusticia.


Profundización de la penetración imperialista y derecho a la resistencia


Lo más preocupante es que este discurso de la “excusa guerrillera” al imperialismo se venga a instalar en momentos de intensificación de la presión imperialista en la región, momentos que requieren más que nunca que los pueblos reclamen el derecho a la resistencia. El síndrome post-11 de Septiembre parece que ha calado hondo en la izquierda hemisférica, al punto de que la resistencia armada se ha convertido en un anatema, en un tabú, cuando no en una vergüenza.

Se vienen tiempos duros para América Latina: lo que se ha avanzado en términos de conciencia, de movilización, de organización, peligra ante la sombra de los halcones del Norte que merodean nuestro vecindario. Es hora de movilizar la conciencia, de prepararse para la resistencia y no pensar que el imperialismo puede ser mantenido a raya en conversaciones burocráticas en la UNASUR, con resoluciones de encuentros de palacio o con llamados a la resistencia (únicamente) cívica.

Ante la ofensiva imperialista, es necesario que el movimiento popular latinoamericano piense seriamente cómo enfrentar de manera contundente una eminente agresión en la región. Porque esto se está cocinando más allá de la voluntad de la izquierda latinoamericana –el error fatal del proceso allendista en Chile fue pensar que podrían persuadir al imperialismo de no atacarles, y mientras en los cuarteles preparaban el Golpe, los comunistas salieron a las calles no a rodear a los cuarteles, no a resistir, sino que a pintar murales con el lema “No a la Guerra Civil”.

Comenzar por defender el derecho de los pueblos a la resistencia y no replicar los discursos que, desde el poder, buscan demonizar cualquier forma de resistencia eficaz, es un primer paso. A fin de cuentas, el imperialismo no ha necesitado de excusas para hacer lo que viene haciendo hace siglos… ¿por qué entonces darles más argumentos?


José Antonio Gutiérrez D.

26 de Julio, 2010




[1] Nos hemos referido ya bastante a esta cuestión en un artículo previo http://www.anarkismo.net/article/17043 y no creemos necesario retomar con lujo de detalle esta cuestión. El lector interesado en profundizar, puede consultar el artículo mencionado.
[4] Harnecker Marta, “Combinación de todas las formas de lucha –entrevista a Gilberto Vieira, secretario general del Partido Comunista Colombiano”, Publicaciones Latinoamericanas, 1988, pp.68-69.
[5] “De la Resistencia al Poder Popular, Diálogo con el comandante Pablo Beltrán” Ed. OceanSur, 2008, pp.35-36.
[6] Guerin, Daniel “La lucha de clases en el apogeo de la Revolución Francesa, 1793-1795”, Editorial Alianza, 1974, p.159
[7] “Memorias de la Tercera Mesa Nacional Indígena de Paz y Derechos Humanos”, CNIP, 2006, pp.71-72.
[8] Por ello es que en relación a la ofensiva que libra el Ejército en torno a las estructuras guerrilleras del máximo comandante de las FARC-EP, Alfonso Cano, en el Tolima (las cuales han sido infladas y exageradas por los medios como parte de la estrategia de propaganda), dice un analista de la Corporación Nuevo Arco Iris que, en caso de un golpe militar decisivo en contra de la comandancia máxima:
“Si bien la presión, desde lo militar, tendría que continuar, ‘sería el momento perfecto para lograr una salida negociada como la mejor forma de terminar con un conflicto’. Según Valencia, es este momento, con una guerrilla disminuida, cuando resulta más fácil negociar con este grupo subversivo.” Obviamente, Valencia se refiere de manera entusiasta a una negociación más "fácil" desde la perspectiva de un Estado paramilitarizado, mafioso, que garantizaría fielmente la perpetuación los mezquinos privilegios de la oligarquía más violenta y terrorista del continente. http://www.semana.com/noticias-conflicto-armado/signifi....aspx



jueves, 22 de julio de 2010

ENTREVISTA A LUIS PACHECO MIEMBRO DE ASOMA-PAZ

Esta es una entrevista que realizaron algunos compañeros del frente de trabajo rural de ANTORCHA LIBERTARIA a un miembro de la asociación comunitaria de campesinos del paramo de suma paz, en el marco de organización que atraviesan las comunidades campesinas frente a los avances urbanísticos del distrito.

1. Grupo Antorcha Libertaria: ¿Podría comentarnos hace cuanto tiempo vive en la zona rural de la localidad 5 de USME?

Luis Pacheco: Yo soy nacido y criado en la localidad 5 de USME más exactamente en la vereda de Chisacá, las condiciones de vida son aceptables, en cuestión de vías hay una parte que esta pavimentada y la otra aun destapada.

2. GAL: ¿Cómo ha sido el proceso de organización en las comunidades?

Luis Pacheco: Haber yo hago parte de ASOMA-PAZ, en este momento soy delegado de las veredas del sector rural. El proceso de organización que se ha dado acá, comenzó con las J.A.C. (Juntas de Acción Comunal), hacia el año 1963; a partir de ahí duro mucho tiempo este tipo de organizaciones, siendo las más representativas de la zona rural.

Hace unos cinco años se vinieron conformando las juntas de acueducto, asociaciones de acueducto y otras asociaciones que han venido trabajando con padres de familia.

3. GAL: ¿De qué forma la auto-organización comunal ha mejorado las condiciones de bienestar entre los habitantes de la comunidad?

Luis Pacheco: Pues generalmente siempre una comunidad que este organizada, es más fácil para hacer procesos de desarrollo comunal, sin embargo aquí en este sector de USME la ruralidad no ha sido muy conocida hasta hace algunos años, entonces eso parecía que se desconocía en el gobierno central, y por lo tanto los recursos nunca llegaron a la comunidad.

4. GAL: ¿Cuál es su posición con respecto a USME ciudad futuro?

Luis Pacheco: Nuestra posición, y la posición de la comunidad es que es un proyecto que se esta manejando desde el estado, pero no se consulto a la comunidad, la concertación que ha habido es más de carácter informativo de cómo va a quedar el proyecto, pero no han desarrollado planes sociales para la comunidad y prácticamente lo que se genera es el desplazamiento de nuestras comunidades campesinas.

5. GAL: ¿Cuál fue la percepción inicial de la comunidad frente al proyecto USME ciudad futuro?

Luis Pacheco: La comunidad en un principio pues no lo vio tan agresivo, pensó que se iba a desarrollar con barrios pequeños, y que eso no afectaría la vida de la ruralidad, después nos dimos cuenta que las aspiraciones del estado iban mas allá y que era seguir con la expansión por las veredas del Uval, Soches, Requilina y Chiguaza, y que prácticamente estas veredas tienden a desaparecer con el proceso de urbanización.

6. GAL: ¿Cuál considera que debe de ser la finalidad de las organizaciones comunales rurales en el momento?

Luis Pacheco: Pues actualmente las acciones comunales y organizaciones colectivas, estamos en un trabajo mancomunado, para que no se continúe con esa expansión urbana tan irracional, donde no hay planes de acción para la comunidad campesina, en este momento a un campesino que fácilmente le pagan su tierra a un bajo precio, el futuro de él es incierto no tiene donde ir, no tiene otros medios de trabajo porque lo único que sabe es la agricultura y la ganadería

7. GAL: Un mensaje de lucha para todas las personas que lean esta publicación.

Luis Pacheco: Mi mensaje es invitar a toda la comunidad tanto urbana como rural para que nos apoyen en este proceso, nosotros consideramos que la vivienda es vital para la gente que no la tiene, pero en este momento están haciendo viviendas que son cajas de fósforos, que no reúne los requisitos para una familia digna, por otro lado es el desplazamiento de una comunidad campesina, que ha venido estando asentada por muchísimos años en la zona.

martes, 20 de julio de 2010

¡NO HAY NADA QUE CELEBRAR!

200 años más de injusticia, explotación, desigualdad y guerra contra el pueblo, es lo que entendemos por bicentenario. La celebración de una falsa independencia parece estar anclada en la mentira clásica de una supuesta abolición de la esclavitud y la expulsión de un imperio tiránico de nuestro territorio, para configurar un gobierno criollo y soberano que en aquella época suponía liberación y autodeterminación pero que simplemente era la disputa histórica de una nueva clase en accenso contra la hegemonía extranjera, los blancos
españoles contra los blancos criollos, estos últimos dictaminado la nueva tendencia política y económica; la avaricia y la corrupción como fundamento de la oligarquía Colombiana. Hoy después de dos siglos gritamos con todo nuestro aliento y nuestra fuerza que no hay nada que celebrar. Nunca ha habido un proyecto real de independencia y aun vivimos bajo la sujeción, la explotación y la opresión de imperios pero con enclaves económicos y políticos postmodernistas y bajo la domesticación de los medios masivos de comunicación.

La historia se repite

Hace 500 años, cuando el invasor arribó en costas americanas, trajo consigo el saqueo y el sometimiento de indígenas y negros, el robo de tierras, riquezas y la esclavitud tanto terrenal como espiritual, con instrumentos de legitimación de su fuerza y su avaricia; la cruz y el fusil. El pretexto, civilizar a “paganos” y “animales sin alma”. La creación y el nacimiento de instituciones de enseñanza o corporaciones del saber correría con la difícil tarea del control ideológico de la sociedad con un fin a corto plazo; la conversión, pero también con el fin último de perpetuar un sistema de relaciones políticas y económicas [1]. La implantación de castas y la jera
rquización basada en derechos divinos y raciales vendría a ser el peor yugo existencial de los oprimidos. Triste historia de etnocidio y despotismo, algo que quedo consignado en los libros de historia, como eso, como nuestra historia [2]. El análisis comparativo que pretendemos hacer de aquella época de tiranía y absolutismo, parece ser imposible en estos bellos campos donde florece la democracia y la libertad de mercado, la prosperidad empresarial y la modernidad en técnica militar.
Sin embargo es aquel sentido común el que no nos permite absorber como esponjas las mentiras fabricadas y tan bien maquilladas del poder.
Hoy, y luego de 200 años del supuesto “grito de independencia”, permanecemos bajo formas de esclavitud y despotismo encubiertos en varias fases de nuestra vida. Una de las principales hazañas de los “libertadores” fue precisamente la
expulsión del imperio español, lo que en realidad seria un vil sofisma de distracción no solo para la conformación de una nueva clase dominante local, si no para la arremetida de otros imperios contra nuestro pueblo, en el año de 1500 con el pretexto de civilizar, en el 2001 con el pretexto de la “guerra contra el terrorismo”, en aquella época bajo la cruz y el fusil, hoy bajo la entrega de siete bases militares a Estado Unidos, en aquella época, con el permanente saqueo de los recursos, hoy con la llegada cada vez más generalizada de transnacionales o la inversión extranjera, en aquella época con la creación de corporaciones del saber que fabricaban los métodos de adoctrinamiento religiosos y civiles y hoy con la radio, la televisión y la prensa.

Ofensiva imperialista en Colombia

Durante el 2007, Estados Unidos sufría una de las más importantes crisis financieras de su historia, iniciada por la especulación bancaria y precisamente por una de las problemáticas que en Colombia se encuentra a la orden del día.
El préstamo de créditos hipotecarios a personas insolventes fue el detonante para la acentuación de la crisis, sistema que para inicios del año 2000 había permitido sacar de la recesión al sistema financiero estadounidense. La contradicción capitalista fue evidente, por un lado la creciente facilidad para la adquisición de créditos hipotecarios y por otro el estancamiento de sueldos y la reducción de ingresos familiares, lo que se permitiría la quiebra de varias entidades bancarias en los Estados unidos y la irradiación a nivel global [3].
Es en este contexto es que la ofensiva imperialista por parte de los Estados Unidos refleja la lógica del sistema capitalista, en términos de crear estrategias comerciales y guerreristas para fortalecer el control de su “patio trasero”, minimi
zar la crisis financiera y perpetuar su sistema de producción en base a la explotación de los recursos del mundo.
Colombia, es un país estratégicamente utilizado por el imperialismo, es por ello que las 7 bases militares hacen parte de una táctica tan vieja como el colonialismo, y es la presencia militar como coacción en la perpetuación de regímenes colombianos vasallos del imperialismo yan
qui, la guerra contra-insurgente, políticas contra las luchas populares, frenos a cambios y trasformaciones sociales, el control territorial de las riquezas colombianas, a la par de incentivar la inversión extranjera. A nivel regional, permitiría junto a las 11 bases configuradas en panamá, la desestabilización de gobiernos “anti-imperialistas” y opuestos a los “intereses estadounidenses”, además de tener la posibilidad directa de intervenir en los países mediante la vieja táctica de golpes de Estado, como lo sucedido el 28 de Junio en Honduras con el derrocamiento del presidente Zelaya, con ayuda directa del a base militar estadounidense de Palmerola, en este mismo país.
No es la primera vez que el imperialismo crea guerras para salvaguardar sus intereses o salir de las crisis económicas. La multiplicación de las bases militares (800 a nivel mundial) y la reactivación de la IV Flota de la marina de guerra de
los Estados Unidos con armas nucleares, navegando por el océano pacifico son pruebas irrefutables que estamos ante las formas más directas de control militar. Pero como ya se ha dicho, la táctica militarista solo hace parte de una gran estrategia del capital, en su prolongamiento [4].
La creación de Tratados de Libre Comercio y su respectiva implementación con auspicio de los gobiernos más reaccionarios como el uribista, no solo con los Estados Unidos, si no con la Unión Europea y Canadá como los más representativos, lo cual conllevaría, a la privatización, la competencia transnacional y el control agrícola e industrial por parte de estas, la flexibilización laboral junto con la precarización de las condiciones laborales y el desempleo permanente, im
plementación del terrorismo de Estado y obviamente clausulas que permiten la ocupación militar como sucedió el 1 de Julio en Costa Rica, en donde el parlamento aprobó la petición de Estados Unidos de “albergar” entre 7.000 y 13.000 tropas norteamericanas y amparados en el capítulo de Seguridad del TLC aprobado en el 2007 [5] .

La vida en la colonia

A nivel interno, la reproducción fatal del sistema económico y político diseñado por el imperio es fatal. La concentración de tierras y riquezas por parte de familias históricamente dueñas del país, la monopolización de la política a cargo de unos “especialistas”, la creación de leyes, que naturalmente siempre van en deterioro de la inmensa mayoría, la formación de grupos para-militares como parte de la estrategia imperialista para la represión, el encarcelamiento y tortura de luchadores sociales, la fabricación de “verdades” por parte de Caracol, RCN y pronto también por el tercer canal y todas sus redes de comunic
ación, el saqueo de nuestros recursos por multinacionales, el control hegemónico de la banca, que produce 500.000 familias desplazadas a raíz de sus créditos hipotecarios, y todo un engranaje de dominación sobre la vida social, es la real dependencia de una sociedad cada vez más reaccionaria y conservadora.
En el campo, los transgénicos, y los agros combustibles que ponen en detrimento la vida campesina e indígena, amenazan cada vez más la salud alimentaria de millones de colombianos. El asedio militar y para-militar es frecuente, el asesinato sistemático de campesinos e indígenas, el desplazamiento legal por medio de leyes como la fallida implementación del “Estatuto de Desarrollo Rural “que en el artículo 123 prohíbe al construcción de resguardos indígenas con el fin de que culturas indígenas se articulen a las “disposiciones de ordenamiento territorial”, generando el desplazamiento de culturas como Wounáa
n, Embera, Eperara, Tule y Awá etc. [6].
Los jóvenes sufren de represión constante, son igualmente asesinados y puestos como “guerrilleros muertos en combate” o “falsos positivos” como trata de llamársele para bajarle el tono a la realidad; masacres perpetuadas por el Estado. Estudiantes universitarios desaparecidos, encarcelados y asesinados por el Escuadrón Móvil Antidisturbios, amenazados por las “águilas negras” y los grupos neonazis o misma difusión de panfletos amenazando de muerte a cualquier elemento que creen antisocial; prostitutas, consumidores de drogas y delincuentes.

“Guerra de cuarta generación” y Guerra Social

La definición de “la guerra de cuarta generación” nace a partir de un documento elaborado por militares estadounidenses en 1989 llamado: “El rostro cambiante de la guerra: hacia la cuarta generación”, y básicamente funciona como una forma de confrontación no oficial contra un objetivo político-militar, contra-insurgente, en donde se interrelacionan tácticas de “grupos operativos descentralizados” con la creación de grupos paramilitares, en acciones de tipo violento, de sabotaje, y desgaste.
Se mezclan también la guerra mediática, la fabr
icación de mentiras, la desinformación, la manipulación sicológica por parte de los grandes conglomerados internacionales como CNN y a nivel local como ya sabemos Caracol y RCN [7].
En definitiva, es la guerra de baja intensidad que se vive en nuestra sociedad y su objetivo al igual que la guerra internacional, es encubrir un enfrentamiento d
irecto entre clases sociales tanto a nivel interno como externo y “evitar que este conflicto se asocie con el término bélico que mejor lo define, la guerra social, y con sus consiguientes implicaciones” [8].
Es en este sentido que asumimos la guerra social, como la tendencia histórica de la lucha de clases y nuestra lucha, la de los oprimidos, debe retomar y fortalecer el carácter anticapitalista y antiestatista para realmente comenzar a hablar de independencia. Reivindicamos el anarquismo como un proyecto revolucionario, de transformación social en todos los ámbitos de la vida, es por ello que nos complementamos con lo afirmado por la Federación Anarquista Uruguaya cuando creemos en que “nuestra crítica y nuestro proyecto no se agotan en el levantamiento, la protesta y la rebelión sino que maduran en un modelo de sociedad libertaria inconfundiblemente socialista, en una estrategia de ruptura revolucionaria y en un estilo militante combativo y de agitación permanente en dirección a las transformaciones sociales en gran escala” [9].
La guerra social implica re-leernos en un contexto
concreto, de crisis permanente del sistema político y económico, es la capacidad que tenemos como individuos y organizaciones de entender la lucha social como parte de nuestra existencia, de nuestra vida, está en la capacidad de las organizaciones de base en análisis de su proceso de lucha, el planteamiento de estrategias y tácticas para enfrentar las arremetidas del poder, la coherencia que debe existir entre nuestros medios y nuestros fines, re-plantear las metodologías libertarias, la acción directa como aquella capacidad de hacer un política diferente, fuera de los entes gubernativos y sus sistemas de dominación democráticos y alienantes, fomentar las practicas anarquistas. El pensar la guerra social, nos debe aclarar el tipo de conflicto concreto que vivimos, definir acciones, alianzas, proyectos y estrategias que nos den posibilidades reales de acción contra el poder.
Hoy, más que nunca, seguimos por los caminos d
e la verdadera independencia y liberación, hoy seguimos luchando por la justicia y la libertad, como dijo un compañero “nosotros vivimos en permanente guerra contra el Estado, el capital, el sistema y sus sucias cárceles”


Grupo Antorcha Libertaria
20 de Julio del 2010








NOTAS
1. Jaramillo Jaime, El proceso de la educación en el virreinato, Nueva Historia de Colombia, Vol. I.
2. Colmenares Germán, Economía y la sociedad coloniales 1550-1800, Nueva Historia de Colombia, Vol. II.
3. Entrevista Realizada a Jorge Beinstein; economista y Profesor Titular en la Universidad de Buenos Aires.
4. Renán Vega Cantor, crisis y contraofensiva imperialista de estados unidos en América latina, www.rebelión.org
5. Jose Antonio Gutiérrez, Ahora Costa Rica… EEUU y la militarización del Caribe, www.anarkismo.net
6. Boletín Acción Directa, Abajo el estatuto de desarrollo rural, Grupo Antorcha Libertaria, Abril 2009.
7. Renán Vega, Op. Cit
8. F. Drein, Más allá de nuestras narices, Un acercamiento a la Estrategia. 2004
9. Federación Anarquista Uruguaya Declaración de Principios, Aprobada en el Xº Congreso (Montevideo, Marzo de 1993).


¡Todo nuestro apoyo a las luchas del pueblo panameño!

Ante los lamentables hechos de sangre y represión ejercidos por el gobierno de Panamá de Ricardo Martinelli hacia el pueblo panameño y en específico las persecuciones, asesinatos y encarcelamientos a los dirigentes de Frente Nacional por la Defensa de los Derechos Sociales (FRENADESO) y el Sindicato Unico Nacional de Trabajadores de la Industria de la Construcción y similares (SUNTRACS), Manifestamos nuestro total repudio al gobierno Panameño y nuestro incondicional apoyo a nuestros compañeros de clase.

En esta ola de represión van 6 muertos, más de 150 heridos y cientos de detenidos, a esto se suma los arrestos selectivos de compañeros como Jaime Caballero, Sub Secretario General del SUNTRACS, el cual fue arrestado en Chiriquí, para ser trasladado a la capital, (Caballero se mantiene recluido en el Centro Penitenciario de La Joya). Al mismo tiempo han sido encarcelados los compañero del FER-29, dirigente juvenil kuna y miembro del equipo de FRENADESO Noticias, Ronaldo Ortiz, y Alexis Garibaldi del SUNTRACS.

Los dirigentes del SUNTRACS Genaro López y Saúl Méndez, se encuentran en la clandestinidad, junto a otros compañeros, debido a la orden de arresto que se ha levantado en su contra. Se ha sabido que la intención es enviarlos a los Centros Penitenciarios de La Joya y La Joyita para que una vez allí sean asesinados por delincuentes comunes bajo las órdenes de los estamentos de seguridad del Estado.

Se estima según informaciones oficiales que son casi 20 los dirigentes con órdenes de arresto. Además de los ya mencionados, se habla de los compañeros Andrés Rodríguez, Mario Almanza, Marco Andrade, Gabriel Castillo, Dalia Morales, Yaritza Espinoza, Juan Saldaña, Ariel Rodrígurez, Gloria Castillo, Juan Carlos Salas, Carlos Obaldía, Marco Andrade, David Niño, Eustaquio Méndez, Marco Guzmán, Maribel Gordón, Cristian Díaz, Cle Osvaldo Gómez, Juan Ramón Herrera, Juan Jované, David Niño, entre otros.

Todo los acontecimientos antes mencionados se encuentran en el marco de una serie de movilizaciones que han llevado adelante los trabajadores y el pueblo panameño, contra las arremetidas patronales materializadas por el gobierno de Ricardo Martinelli, como son las modificaciones al código del trabajo, tendientes a coartar la sindicalización y la huelga, por medio de la promulgación de tres decretos y la Ley 30 o “ley chorizo”, así también el alza en los impuestos de los consumidores de casi un 40%, la cual ha encarecido violentamente el costo de vida del pueblo panameño y la promulgación de la ley Carcelazo que tiene la finalidad de criminalizar la protesta social.

En este escenario es fundamental el apoyo y solidaridad de clase al pueblo panameño y a los luchadores sociales, conscientes de que estos abusos de la autoridad no pueden quedar impunes, por lo cual exigimos la liberación de todos los presos políticos y juicio y castigo a los verdugos del pueblo.
¡Por la unidad y organización de los trabajadores!
¡Arriba los que luchan!

Sindicato Nacional de Trabajadores de la Construcción (SINTEC) de Chile

sábado, 17 de julio de 2010

Blog de Folk anarquista...


Este blog esta muy completo y de seguro sera del agrado de muchos, en especial de quienes no gustan mucho del punk, el hardcore y ritmos por el estilo que se han vuelto hegemonicos dentro de la cultura libertaria.


La dirección del blog es:

http://anarchofolk.wordpress.com/


martes, 13 de julio de 2010

Estalla otra lucha del proletariado de las flores

El pasado miércoles 7 de julio, cerca de 100 trabajadores de la empresa floricultora C.I. Riegel Farms S.A., ubicada en la sabana de Bogotá, a orillas de la Troncal de Occidente, entre el municipio de Madrid y la vereda El Corzo, hartos de los atropellos y ante el despido colectivo ilegal decidieron tomar el control y bloquear las salidas y entradas a la plantación, montaron cambuchos y desde ese día se mantienen allí soportando las más adversas condiciones climáticas, desde los torrenciales aguaceros hasta las gélidas temperaturas de los amaneceres. Entre los huelguistas se encuentran mujeres embarazadas y algunas con sus hijos de pocos días de nacidos, enfermos, incapacitados. Mujeres y hombres que hace meses no reciben atención médica porque desde comienzos del año la compañía no hace las cotizaciones al sistema de seguridad social, a pesar de que siempre les descuenta a los operarios el aporte; durante meses no han recibido el cheque del subsidio familiar; ya no recuerdan cuánto hace que no les dan dotación de trabajo.Al iniciarse el movimiento los patrones aún no les había pagado la segunda quincena de junio, la cual ante la presión cancelaron el viernes 9; también les deben la prima legal de servicios. A los cambuchos llegan permanentemente operarios despedidos en los últimos meses, a quienes todavía no les han entregado sus liquidaciones definitivas. El movimiento ha sido ejemplar. Los operarios se turnan en los cobertizos, levantados con plásticos de desecho de los invernaderos; las embarazadas y lactantes hacen sus turnos de ocho horas como los demás e incluso se ofrecen para pasar la noche, lo cual sus compañeros no han aceptado.
El cultivo tiene una extensión de 26 hectáreas y en el llegaron a laborar cerca de 400 operarios. De la junta directiva de la firma hacen parte los señores Mario Camacho Navas, José Roberto Camacho Navas y Carlos Eduardo Forero Ramírez y el gerente es el señor Cristian Caicedo Castillo. Desde el pasado 30 de noviembre Riegel entró en proceso de reorganización, reglado en la ley 1116 de 2006, mediante la cual, con la intermediación del gobierno a través de la Superintendencia de Sociedades, se reprograman con los acreedores a una determinada cantidad de años las deudas de la compañía. El incumplimiento de estas obligaciones conduce a la declaratoria de la liquidación judicial por parte de la mencionada entidad estatal.
La decisión de tomarse las puertas, y no dejar entrar ni salir nada ni a nadie, la tomaron los asalariados cuando constataron que se les iba a defraudar, porque entre el 30 de junio y el 7 de julio, ya fuera presionándolos para que renunciaran o entregándoles la carta de despido, Riegel salió de más de 100 operarios, la mayoría de los que quedaban, procedimiento ilegal, ya que no hay de por medio autorización del Ministerio de la Protección Social para hacerlo.
En Riegel se han cometido toda clase de desafueros con la contratación. Desde hace años la compañía adoptó el sistema de enganchar casi al 100% del personal mediante empresas de servicios temporales; hay allí proletarios con cinco y más años de antigüedad captados mediante este mecanismo, que viola la disposición legal que establece que ningún trabajador puede ser subcontratado por más de 12 meses en una misma empresa. Peor aún, en los últimos años por la nómina responde A.S. Servicios Integrales E.U., cuyo gerente y “propietario” es el señor Alberto Santamaría Roa, quien a su vez es el jefe de personal de Riegel, lo que evidencia que dicha firma de servicios temporales y el señor Santamaría no son más que testaferros de los señores Camacho Navas, verdaderos propietarios de la empresa.
Desde las primeras horas de la mañana del jueves 8, cuando Untraflores se enteró de estos hechos se puso al frente de la solidaridad —los arrojados huelguistas se habían lanzado por su propia iniciativa, sin organización sindical y sin ninguna asesoría—. La presidenta de Untraflores, Aidé Silva, desde ese día ha estado permanentemente en las carpas; brigadas de compañeros de Splendor Flowers y Santa Bárbara se han hecho presentes, y estos últimos junto con trabajadores de Riegel se han desplazado a recabar apoyo en los barrios obreros de Facatativá. Los pobres han respondido generosamente por lo que se han podido paliar las necesidades básicas de los participantes en la lucha.
En vista de su apoyo y orientación, los parados han confiado a Untraflores su vocería ante la empresa, el Ministerio de la Protección Social y la Superintendencia de Sociedades. El viernes 9, la inspectora de Trabajo de Facatativá levantó un acta en la que consta la enorme lista de atropellos. La asesora jurídica del sindicato ha estado en contacto con el promotor del acuerdo de reorganización, con el jefe de personal y algunos otros funcionarios de menor rango de la empresa ya que ni el gerente ni los accionistas han puesto la cara, por el contrario, amenazan por medio de emisarios de que van a desalojar mediante la fuerza a los trabajadores.
Varios de éstos cuentan que cuando veían a los huelguistas de Benilda —los dos cultivos están ubicados a un kilómetro de distancia—, por temor a ser identificados, no pasaban a saludarlos, pero que hoy se dan cuenta de qué tan necesaria es la unidad, la solidaridad, la organización y la lucha de los obreros. Los trabajadores de Riegel se constituyen en un ejemplo no sólo para los demás temporales sino para todos los trabajadores de la floricultura. Urge el apoyo de la clase obrera y del pueblo para estos batalladores proletarios.

domingo, 11 de julio de 2010

Ahora Costa Rica… EEUU y la militarización del Caribe


Ahora Costa Rica… EEUU y la militarización del CaribeEl pasado Jueves 1º de Julio el parlamento de Costa Rica aprobó la petición norteamericana de permiso para albergar una cifra aún incierta de entre 7.000 y 13.000 tropas norteamericanas en su territorio, las cuales llegarían en 46 buques de guerra. Esta petición, apoyada por el gobierno de Laura Chinchilla y los partidos que la apoyan (PLN, ML, RC), estaría amparada en el Capítulo de Seguridad del TLC de ese país con los EEUU que, pese a una importante resistencia popular, fue aprobado finalmente tras un amañado referéndum en Octubre del 2007[1]. La excusa que se entrega para justificar esta extraordinaria presencia es la lucha contra el narcotráfico[2], comodín que en estas latitudes sirve para justificar cualquier tropelía en contra de la población local o cualquier intromisión que sea del capricho de Washington.Pero, ¿es el narcotráfico realmente el asunto en juego? ¿Es esta una guerra realmente contra los drogas? Veamos el equipo militar que está en juego:“Según la prensa costarricense, la mayoría de las naves de guerra son fragatas con una longitud de 135 metros, con capacidad para transportar dos helicópteros artillados SH-60 o HH-60B – Blackhawks, además de 200 marines y 15 oficiales en cada uno.Pero otras naves y portaaviones, como el USS Making Island, tienen la capacidad para transportar a 102 oficiales y casi 1500 tropas, y están artillados y preparados para el combate intensivo. Pueden transportar 42 helicópteros CH-46, cinco aviones de combate duro AV-8B Harrier y seis helicópteros Blackhawk.También se ha autorizado la entrada de submarinos de combate, naves tipo catamarán, un buque hospital y vehículos de reconocimiento y combate con la capacidad de movimiento tanto por mar como por tierra. Podrá ingresar a Costa Rica el buque USS Freedom, con la capacidad para combatir a submarinos”[3].La naturaleza de este material bélico da para pensar que hay segundos propósitos. ¿Cómo debemos entender entonces la presencia yanqui en Costa Rica? En realidad, EEUU está en un proceso de militarización del área Caribe, la cual es fundamental dentro de su proceso de recomposición de la hegemonía norteamericana desgastada en Latinoamérica –lo cual había sido uno de los objetivos políticos primordiales del gobierno de Obama[4]. Esto se desprende de las declaraciones del diputado oficialista Carlos Góngora sobre las razones para autorizar la ocupación yanqui: “Venezuela le está comprando armas a Rusia, y para evitar que los narcotraficantes vendan drogas a los chiquitos frente a las escuelas”[5].La pérdida de hegemonía norteamericana en la región, después de las aventuras militares en Medio Oriente de Bush en el marco de la llamada “Guerra contra el Terror”, ha abierto un espacio para la llegada de otros intereses económicos al tradicional “patio trasero” del Tío Sam (europeos, rusos, chinos y una multiplicidad de relaciones Sur-Sur que se han establecido incluso con gobiernos que EEUU va con hostilidad, como Irán) y ahí donde hay competencia por los mercados, hay fricciones y conflicto. Por otra parte, en ese mismo período se han fortalecido mecanismos de integración política y económica regional (ALBA, UNASUR), lo cual representa otro escenario que amenaza la hegemonía norteamericana, ya que escenarios de mayor unidad producirían términos de negociación diferentes y un polo de desarrollo con mayor margen de independencia, aún cuando no rompan con los márgenes del capitalismo[6]. Esta última amenaza, la representada por la integración creciente de América Latina y por el rol más dinámico de países de la región (Brasil, Venezuela, por ejemplo) ha sido señalada ya por un documento de la Fuerza Aérea de EEUU fechado en Mayo del 2009, en el cual se analizaba la importancia de las nuevas bases militares en Colombia, particularmente:“[América del Sur es una] subregión crítica en nuestro hemisferio, donde la seguridad y la estabilidad están bajo amenaza constante por las insurgencias terroristas financiadas con el narcotráfico, los gobiernos anti-estadounidenses, la pobreza endémica y los frecuentes desastres naturales" [7].Al final de cuentas, toda relación de hegemonía o dominación en última instancia se mantiene por la fuerza, aunque solamente sea potencial. No es por nada que: a fines del 2008 se re-activó la IV Flota para reforzar al Comando Sur de EEUU que supervisa Latinoamérica en caso de “crisis”; en Aruba y Curazao se han instalado dos bases militares como Puestos de Operación Avanzada (FOL); en Panamá se ha aprobado, a fines del 2009, la instalación de 4 bases militares; en Enero en el contexto de la tragedia desatada por el terremoto de Haití, EEUU tomó la oportunidad para ocupar militarmente, con 20.000 marines, ese país, convirtiéndolo de facto en una gran plataforma militar (donde de paso también socavaron parcialmente la hegemonía de Brasil que ha liderado la ocupación de cascos azules de esa república, la MINUSTAH); y por último, tenemos el acuerdo de 7 nuevas bases militares norteamericanas en Colombia, más el acceso al espacio marítimo y terrestre de esa nación y a cualquier otra base sobre territorio colombiano.Como vemos, la presencia militar norteamericana en el área Caribe es abrumadora. ¿El objetivo? Lo señala ya el citado documento militar norteamericano:“mejorar la capacidad de Estados Unidos para responder rápidamente a una crisis y asegurar el acceso regional y la presencia estadounidense a un costo mínimo (…) [Palenquero] incrementará nuestra capacidad de conducir operaciones de Inteligencia, Espionaje y Reconocimiento (IRS), mejorará el alcance global, apoyará los requisitos de logística, mejorará las relaciones con los socios, mejorará la cooperación de teatros de seguridad y aumentará nuestras capacidades de realizar una guerra expedicionaria”[8].Junto a esta presencia militar abrumadora, hay que observar otros procesos que están relacionados con esta lucha hegemónica aún cuando no impliquen participación directa de los EEUU. Tenemos en primer lugar el Golpe de Honduras el 28 de Junio del 2009, el cual demuestra que el viejo hábito de patrocinar Golpes de Estado y regímenes de fuerza para combatir el “comunismo” (es decir, cualquier fuerza que pueda cuestionar la hegemonía norteamericana o perseguir una política demasiado independiente) sigue siendo una alternativa para los EEUU[9]. De las expresiones de desaprobación poco convincentes, a la parodia de negociación, pasamos al apoyo irrestricto a un régimen que se impuso mediante un Golpe de Estado. Aún cuando lo hayan negado, resulta clara la participación norteamericana en el Golpe, ya que en Honduras jamás el Ejército movería un dedo sin la previa autorización de sus “amos” yanquis estacionados en la base de Soto Cano. De hecho, antes del Golpe el Departamento de Estado reconoció haber discutido con los militares para, según ellos, “mitigar la crisis”[10]. Ahora sabemos que la embajada norteamericana estaba plenamente al tanto del complot[11]. En todo caso, el Golpe tuvo el rol deseado por Wahington que fue, no solamente deshacerse de un aliado de Chávez como Zelaya, sino que enviar un mensaje a la región. Tras el Golpe, Centro América, que estaba comenzado a inclinarse hacia los procesos de integración, volvió a disciplinarse tras Washington. Tanto Funes en El Salvador, como Colom en Guatemala, que meses antes habían manifestado intenciones de acercarse al ALBA, tomaron distancia a fin de no sufrir la suerte de Zelaya.Por otro lado, tenemos el Acuerdo de Seguridad entre Colombia y Honduras que entró en vigor en Febrero de este año, el cual tiene por objetivo declarado la lucha contra el “terrorismo y el narcotráfico” en términos nada diferentes a los planteados por Washington[12]. Resulta evidente que Colombia está actuando como “mediador” de los EEUU, que aún cuando respalden abiertamente el régimen de Porfirio Lobos, producirían un voladero de plumas en Latinoamérica, donde mayoritariamente no se reconoce la legitimidad del gobierno de Tegucigalpa, si dieran el paso de reforzar sus lazos militares con ese país tras el Golpe. De esta manera, este acuerdo que fortalece la hegemonía yanqui en Centroamérica, es presentado para consumo público como un acuerdo Sur-Sur[13].Si a esto sumamos el millonario fortalecimiento del Plan Mérida, iniciativa supuestamente al servicio de la “Guerra contra las Drogas” dirigida a Centroamérica y Mexico, tenemos el panorama completo de aumento de la presión militar en la región de los EEUU a caballo de la “lucha anti-narcóticos”[14].Es en este panorama en el cual debemos entender lo que pasa en Costa Rica y la seriedad de esta ocupación militar “acordada”. Aún no se mueven las cosas, pero las voces preocupadas ya se han hecho sentir. Y se comienza a hablar de la seria amenaza que este nuevo paso significa para la región. Solamente podemos esperar que el bravo pueblo tico, es decir, los que se movilizaron y lucharon contra el TLC tome la palabra y se oponga a la ocupación.
José Antonio Gutiérrez D.8 de Junio, 2010
[1] Sobre el referendum ver el artículo de José Julián Llaguno en: http://www.anarkismo.net/article/7278 [2] http://elpais.cr/articulos.php?id=27925[3] http://www.kaosenlared.net/noticia/amenaza-regional-mas...-rica[4] Ver un artículo previo “Obama y América Latina, ¿el imperialismo amigable?” http://www.anarkismo.net/article/9067 [5] http://elpais.cr/articulos.php?id=27841[6] Este proceso de crciente multipolaridad ha sido analizado en más detalle en otro artículo previo “The Global Game”, por Seán Flood y José Antonio Gutiérrez, publicado en Red & Black Revolution, No.15, Primavera de 2009. [7] Citado en “Las Bases Militares en Colombia”, Diego Otero, Dossier de la revista Deslinde, Mayo-Junio 2010, p.6.[8] Ibid.[9] El proceso de Honduras lo analizamos en más detalle en tres artículos aparecidos en momentos del Golpe “Golpe de Estado en Honduras, ¿el regreso de los gorilas o la táctica del desgaste?” http://www.anarkismo.net/article/13596 “Honduras: negociando la crisis a espaldas del pueblo” http://www.anarkismo.net/article/13683 e “¿Insurrección en Honduras?” http://www.anarkismo.net/article/13854 [10] http://www.anarkismo.net/article/13683 [11] http://resistenciahonduras.net/index.php?option=com_con...d=256 [12] http://www.elespectador.com/noticias/elmundo/articulo18...duras [13] http://www.elespectador.com/noticias/judicial/articulo1...trafi [14] http://www.elespectador.com/noticias/judicial/articulo1...erica