sábado, 26 de junio de 2010

Elecciones en Colombia: crisis de legitimidad y limpieza de cara del Estado paramilitar

El siguiente artículo es una versión más desarrollada de otro escrito antes del triunfo electoral de Santos en segunda vuelta y publicado por el periódico ibérico Diagonal (No.128, 19 de Junio, 2010). El artículo previo puede ser consultado en http://diagonalperiodico.net/Elecciones-en-Colombia-Lim....html



Elecciones en Colombia: crisis de legitimidad y limpieza de cara del Estado paramilitar


“La experiencia histórica de Colombia rectifica la generalizada creencia de que el absolutismo político sólo existe en aquellos países donde se han instalado cínicamente gobiernos de fuerza y no puede funcionar en un sistema de legalidad. En realidad, el absolutismo político nunca ha aparecido en la historia como una carencia absoluta de legalidad, sino como un sistema que es capaz de crear, a su arbitrio, su propia y acomodaticia legalidad”

(Antonio García, en “América Latina, Historia de Medio Siglo", Ed. Siglo XXI,1977, p.224)


Triunfo electoral de Santos ¿victoria aplastante o crisis de legitmidad?


Las recientes elecciones en Colombia que han dado el triunfo a Juan Manuel Santos, candidato oficialista del uribismo, reflejan la naturaleza contradictoria del proceso político que actualmente se vive en ese país. Mientras los sectores del bloque en el poder y sus corifeos en la prensa internacional hacen una lectura unívoca del 69% obtenido por Santos como una validación indiscutible del programa de gobierno ultraderechista del uribismo, se cuidan de no mencionar la bajísima participación electoral, que rondó apenas el 44% de la masa electoral –la más baja de todo el continente. Aún cuando la ratificación dada a Santos por parte de 9.000.000 de colombianos sea preocupantemente alta (sobretodo si se considera el prontuario de acciones terroristas, corruptas, cleptocráticas que caracterizan al actual modelo político, económico y militar colombiano, más la pesada mochila que carga Santos personalmente por crímenes de guerra conocidos como "falsos positivos"), la indiferencia a la “política” electoral por parte de vastos sectores del pueblo colombiano, reflejan que el mandato que recibe Santos, lejos de ser sólido, es un mandato frágil que evidencia la crisis de legitimidad del sistema. Aunque se excuse el abstencionismo con el fútbol, con la lluvia, etc. lo real es que las elecciones siguen siendo ajenas a una buena porción del país que sabe que nada cambia con ellas, que son un circo, que sabe que el poder tiene canales mucho más “directos” para ejercer su voluntad que los canales “democráticos”, que desaprueba la corrupción y el clientelismo. La victoria de Santos, aunque sea indiscutible, está lejos de ser tan contundente como nos quieren hacer creer.

Por otra parte, estas elecciones también se han mostrado en la prensa internacional como un ejemplar ejercicio democrático (buscando ciertos medios contrastar la “democracia” en Colombia con los regímenes “autoritarios”, es decir, con aquellos en los cuales los resultados electorales no son los por ellos deseados). Pero para quienes tenemos el mal hábito de rasgar la fachada “democrática” colombiana más allá de los meros formalismos para tratar de entender el proceso político que ha llevado al proyecto político que representa Santos al poder, las cosas no son tan color de rosa como la pintan los medios rapsodistas del régimen. Precisamente el “ejercicio democrático” formal en Colombia es una fachada para ocultar las profundas tendencias fascistizantes y autoritarias propias de ese modelo particular de capitalismo dependiente que se ha consolidado mediante seis décadas de violencia política y en el cual guerra y acumulación de Capital han llegado a ser dos conceptos que van de la mano de manera perfectamente complementaria.


La Guerra Sucia tras los formalismos democráticos


Mientras la derecha colombiana, para consolidar su poder, ha combinado históricamente de manera muy hábil la Guerra Sucia (control paramilitar, persecución política), el clientelismo (programas como Familias en Acción garantizan por lo menos 4 millones de votos para el régimen) y la corrupción (hay pueblos donde votan más muertos que vivos), la izquierda ha pasado en poco más de dos décadas de manejar el discurso sobre la “combinación de las formas de lucha”, a excluir en su discurso cualquier forma de lucha que no sea el parlamentarismo, intentando a toda costa desmarcarse de cualquier forma de agitación que les haga perder “respetabilidad” a los ojos de la “opinión pública”. Y esto en vano, pues los señalamientos del establecimiento sobre sus supuestos vínculos con la insurgencia siguen siendo el pan de cada día en la política colombiana, aún cuando la llamada “farcpolítica” (vínculos de políticos de oposición con los insurgentes) no ha entregado ningún resultado tangible. Por el contrario, la “parapolítica” (vínculos de políticos con los paramilitares de ultraderecha) ha untado a por lo menos 65 parlamentarios de los partidos oficialistas y a innumerables caciques locales, todos partidarios del presidente Uribe. ¡Sin embargo, es el opositor Polo Democrático Alternativo, no los uribistas, quienes deben defenderse todo el tiempo sobre sus vínculos con “grupos irregulares” (insurgentes)!

Pero pese a que la izquierda electorera convierta el juego parlamentario y la Constitución de 1991 en un fetiche, las elecciones en Colombia no son elecciones normales. Nunca lo han sido. Recordemos que la ola de violencia que ha consumido al país desde 1948 se desató y expandió como un reguero de pólvora por todo el territorio nacional, precisamente después del asesinato del candidato liberal y caudillo popular Jorge Eliécer Gaitán. Pero sin necesidad de hacer demasiados ejercicios de memoria, basta ver la historia reciente del país para darse cuenta de que la “derechización” del espectro político colombiano se debe en gran medida a la eliminación física de la izquierda. Desde mediados de los ’80, en medio de los procesos de paz auspiciados por el gobierno de Betancur -los cuales fueron desde un primer momento saboteados por sectores militares y las élites criollas aliadas estructuralmente a los EEUU-, comenzó una campaña sistemática de exterminio de partidos completos de izquierda, como la Unión Patriótica, de cuyas filas eliminaron al menos 5.000 militantes, desde líderes y candidatos a la base misma del partido. Aún hoy se persigue a los escasos sobrevivientes de este partido como lo recordaron los asesinatos de Guillermo Rivera y Luis Mayusa el 2008. Pero este no fue un caso aislado: semejante represión ha sido vivida por otros partidos y movimientos de esa época, tales como A Luchar y el Frente Popular. Aún cuando otros movimientos de izquierda no han sido aniquilados con semejante celo, absolutamente todos han sido debilitados por la represión, el hostigamiento y la campaña sistemática de propaganda negra del régimen.

Si a esto se suma la campaña de muerte del paramilitarismo dirigida en contra de los movimientos populares, intensificada desde comienzos de los ’80, durante el gobierno de Turbay Ayala, mentor de Uribe, la cual ha dejado decenas, sino centenares de miles de muertos, podemos entender por qué el juego electoral en Colombia está perdido de antemano para la izquierda. El paramilitarismo, particularmente desde que las estructuras regionales se unificaron en una estructura nacional, las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) en 1996, ha destrozado mediante miles de masacres todo el tejido social que sustentaba los proyectos políticos progresistas.


La guerra ideológica del régimen


Pero el régimen no se ha quedado en la eliminación física de los opositores. Este trabajo ha ido de la mano de un proceso de lucha ideológica extremadamente aguda para la cual se ha utilizado todo el aparato del Estado, como lo demuestra la DASpolítica, y que ha contado con el apoyo de ex izquierdistas arrepentidos que han hecho carne el refrán popular de que si no se puede vencer al enemigo toca unirse a él (Carlos Franco, José Obdulio Gaviria, Alfredo Rangel y Angelino Garzón, entre otros). Mediante este proceso se ha buscado internalizar una ideología ultraderechista, de cuño fascista, que ve en la izquierda la existencia de todos los males de Colombia, que ve enemigos y terroristas en cualquier expresión de disenso, que practica una auténtica estadolatría e indoctrina en el culto servil a la autoridad, que con un manto de un patriotismo desenfrenado busca tender un velo tanto sobre las profundas contradicciones de clase de la sociedad colombiana, así como sobre el desvergonzado entreguismo al imperialismo de la oligarquía colombiana. Un aspecto fundamental de esta ideología, lo constituye el aspecto contrainsurgente, que busca desnaturalizar el conflicto social y armado que vive Colombia, negar sus orígenes, mezclar los actores que de él hacen parte, limitarlo a un problema de monopolio de la fuerza o de mera presencia del Estado (como si el Estado fuera un actor neutral en la historia de violencia política colombiana), llegándose incluso a negar que exista un conflicto en Colombia. Se repiten hasta el cansancio lugares comunes como que el conflicto es meramente un problema de mafias, que no tiene nada que ver con “ideologías”, que es un asunto de narcoterrorismo, etc.

Este asunto es fundamental, porque el conflicto es precisamente un mecanismo mediante el cual la oligarquía y el bloque en el poder han acumulado riquezas, mediante el desplazamiento forzado y la consecuente concentración de tierras y recursos (el paramilitarismo robó más de seis millones de hectáreas a campesinos pobres en las últimas dos décadas, y más recientemente, la violencia se ha convertido en una manera de quebrar la resistencia de comunidades a megaproyectos, frecuentemente impulsados por empresas transnacionales). La desnaturalización del conflicto, por tanto, cumple el rol de enmascarar el mecanismo fundamentalmente violento y mafioso de enriquecimiento de los grandes capitalistas colombianos y de neutralizar los proyectos de izquierda que pudieran hacer frente a este modelo.

Lo más grave es que varios de estos elementos ideológicos esgrimidos por el régimen han traspasado las barreras partidistas y se han enquistado en el sentido común de una mayoría de los ciudadanos (particularmente en los cuatro grandes centros urbanos del país), y de los “políticos” de todos los colores. Se ha hecho frecuente escuchar de boca de muchos dirigentes populares y de izquierda términos como “actores armados”, “violentos”, “grupos irregulares” como si todos los sectores que participan del conflicto armado fueran equivalentes o incluso idénticos. Esto para no mencionar la renuncia absoluta que algunos de estos sectores políticos han hecho de la necesidad de subvertir el orden actual, injusto y basado en la violencia de clase, limitándose un importante sector de la izquierda a vagos discursos sobre derechos humanos, defensa de la Constitución, de la legalidad (burguesa), etc. Es decir, de defensa del orden burgués en un contexto en que ni siquiera la misma burguesía toma en serio su propia legalidad. Lo fundamental, es excluir la necesidad de cambios radicales en la estructura social colombiana, y eso es un discurso muy internalizado en amplios sectores de la propia izquierda.

Con un acoso constante de los medios, de los servicios de inteligencia del Estado (DAS), de los personeros de gobierno, del propio jefe de Estado, de sus asesores y de un sinnúmero de “ideólogos” que vociferan desde la academia, los medios y diversos foros, la izquierda vio su espacio político aún dentro del juego democrático reducirse. Desde el primer momento en las elecciones se ha ido eliminando la izquierda de las opciones políticas: mediante la consulta abierta, el Polo Democrático Alternativo terminó con Gustavo Petro como candidato presidencial, un díscolo que en más de una ocasión ha demostrado tener más afinidad con ciertos aspectos ideológicos del actual régimen que con muchos de los correligionarios de su partido, en vez de Carlos Gaviria, un liberal de izquierda decente y bastante incómodo para el actual régimen. Digan lo que digan, los votos de la consulta ciudadana para Petro no salieron del Polo, ya que a la interna, él había perdido de manera contundente. Luego, entrando ya a la campaña electoral propiamente dicha, los medios inflaron hábilmente a un candidato improbable como Antanas Mockus, el cual creyó él mismo ser el nuevo fenómeno político del momento. Las encuestas que revelaban empate técnico entre Mockus y Santos, lo que buscaron fue jalarle votos al Polo por una opción más “respetable”, por el “uribismo sin Uribe”, que la única crítica que balbuceaba en contra del régimen era una crítica ética de carácter completamente demagógica. Esas encuestas no reflejaban la opinión pública sino que la manipulaban, y lograron su objetivo que era lograr una segunda vuelta segura, con dos candidatos adeptos al régimen.


El “país nacional” frente a frente con el “país político”


Así las cosas, hemos visto que las elecciones colombianas no son normales. ¿Qué esperaba la izquierda con ellas? Es difícil entenderlo. En perspectiva histórica, no hay condiciones para elecciones limpias en Colombia, como ya lo hemos dicho. Permítasenos recordar en este punto que durante las elecciones donde el electorado se inclinó más hacia la izquierda (en 1989) sin ningún pudor se eliminó durante la campaña a tres candidatos de izquierda: Bernardo Jaramillo, Luis Carlos Galán y Camilo Pizarro. Otro candidato, de la UP, Pardo Leal, había ya sido eliminado en 1987. Hoy en día (2010) se sigue eliminando a activistas políticos de la coalición de izquierda durante la campaña electoral –incluido el dirigente del Polo en Barranquilla, Iván de la Rosa. Pero no fue sólo él, ya que en Mayo también se asesinó a otras personas de procesos políticos vinculados a la izquierda: Nilson Ramírez (Meta), Albeiro Valdés (Urabá), Leslien Torcoroma (Norte de Santander), Rogelio Martínez (Sucre), Alexander Quintero (Cauca).

El llamado del Polo a abstenerse en la segunda vuelta, el 20 de Junio, fue un gesto demasiado tardío y por lo demás insuficiente. Al participar en la primera vuelta, en elecciones donde no hubo ninguna garantía, ninguna posibilidad de triunfo, y lo que es peor, elecciones que ocurren al final de un largo camino de “limpieza política” vía terrorismo de Estado, la izquierda, aunque así sea inconcientemente, no hace otra cosa sino que validar un régimen terrorista, paramilitar y corrupto personificado por su Majestad Uribe y su Delfín Juan Manuel Santos.

Con la victoria del 20 de Junio de Santos, candidato representante de lo más rancio de la oligarquía colombiana y heredero de un linaje de estadistas, es de esperar que la izquierda colombiana reflexione en torno a los mecanismos para derrotar al terrorismo de Estado, el cual se consolida a pasos agigantados y llega a formular un proyecto de “Unidad Nacional” en el cual lo que se busca es proseguir la tarea de eliminación de la oposición, pero esta vez vía “consenso”. El consenso que se busca gestar desde el bloque uribista-santista no es otra cosa que el consenso de todos los sectores de la clase dominante y de las tiendas políticas en torno al proyecto paramilitar de “refundación nacional” que se formalizó el 2002 con pactos como el de Ralito, entre el paramilitarismo y los políticos del régimen. La postura de Mockus, por ejemplo, de negarse a ser oposición y adoptar una actitud que él define cómodamente como “independiente y deliberativa”, en la cual apoya esto que le gusta y no apoya eso que no le gusta del gobierno de Santos, demuestra su falta de proyecto político, o para ser más exactos, la adhesión al proyecto político del paramilitarismo-uribismo, al cual sencillamente cuestionará de cuando en vez en aspectos cosméticos, pero jamás de fondo. Aún dentro del mismo Polo hay sectores que estarían dispuestos a entrar en esta gran cama con la oligarquía mafiosa como lo demuestran las cartas de Petro enviadas a Santos llamándolo a una “concertación nacional”.

Esta “unidad nacional” en torno al modelo actual no es, como algunos lo quieren ver, una nueva encarnación del Frente Nacional. Es algo mucho más complicado, es un unipartidismo amorfo, en donde lo que unifica es el proyecto político de carácter ultraderechista, autoritario, neoliberal, impulsado por el imperialismo norteamericano, el cual se fundamenta en la exclusión violenta de alternativas políticas y en la utilización de la violencia militar y paramilitar como un mecanismo normal de enriquecimiento. La fascistización avanza, se consolidan los tentáculos paraestatales de control social, se profundiza la penetración imperialista en Colombia y se avanza en la supresión de la independencia de los poderes del Estado bajo la égida del Ejecutivo, como demuestra la propuesta de Santos de trasladar la Fiscalía al poder ejecutivo.

Nunca antes en la historia colombiana había sido tan grande el abismo entre el “país político” y el “país nacional”, como decía Jorge Eliécer Gaitán. Santos ha logrado reunir a lo más corrupto de todo el espectro político bajo su proyecto político, gobernará con mayoría absoluta en el Senado, sin ninguna clase de oposición. El blindaje del sistema a la oposición política en el aparato del Estado es absoluto.

La pelota, por tanto, pasa una vez más a la cancha de la lucha de masas, donde ya se están gestando interesantes procesos de unidad y movilización. El sistema declarará una guerra sin cuartel en contra de los intereses más sentidos de la clase trabajadora, en contra de los sistemas de educación y salud públicas, en contra de los pocos campesinos que quedan, en contra de las comunidades que viven en regiones de intereses del Capital extractivo; a esta agresión no quedará sino responderle mediante la resistencia popular. Bajo la superficie aparentemente plácida de las aguas uribista-santistas se agitan corrientes turbulentas, hay mil resistencias diarias que deben ser coordinadas, proyectadas estratégicamente, convertidas en un auténtico programa popular que nazca del seno mismo del pueblo organizado. Ojalá que estas mil luchas no sean, una vez más canalizadas con fines electoreros, esta vez con vista a las elecciones locales del 2011 –esta lógica, contrariamente a los deseos de muchos de quienes la promueven, no hace más que legitimar a un régimen blindado en contra de cualquier forma de democracia y donde el ejercicio del voto soberano no es más que la última ilusión que venden los “gitanos de Macondo” a los desprevenidos.


José Antonio Gutiérrez D.
24 de Junio, 2010

viernes, 25 de junio de 2010

Todos en nombre de la Bella Ganancia

Declaración del ZACF por la Copa Mundial de Fútbol 2010 en Sudáfrica
El Mundial de Fútbol 2010 de la FIFA debe ser expuesto como la completa farsa que es. El ZACF condena duramente el atrevimiento y la hipocresía del gobierno al presentar el evento como una oportunidad “única en la vida” para el desarrollo de aquellos que viven en Sudáfrica (y el resto del continente). Lo deslumbrantemente claro es que la “oportunidad” es y sigue siendo de la frenética sed del capital mundial y nacional y la élite gobernante sudafricana. De hecho, por decir lo menos, el evento probablemente tendrá más consecuencias devastadoras para los pobres y la clase obrera sudafricana, un proceso que ya está en funcionamiento.
En la preparación para recibir el Mundial el gobierno ha gastado cerca de R800 billones (R757 billones en desarrollo de infraestructura y R30 billones en estadios que nunca más serán llenados), una gigantesca bofetada en el rostro de aquellos que viven en un país caracterizado por su pobreza desesperada y por una tasa de desempleo que bordea el 40%. En los últimos cinco años los trabajadores pobres han expresado su indignación y desacuerdo respecto al fracaso del intento del gobierno de reparar la enorme desigualdad social en alrededor de 8.000 protestas por servicios básicos y vivienda en todo el país. Esta pauta de gastos es una evidencia más del mantenimiento del fallido modelo capitalista neoliberal y su economía “del goteo”, que no ha hecho más que profundizar la desigualdad y la pobreza a nivel global. A pesar de haberlo negado antes, el gobierno ha admitido recientemente esto dando un giro, y ahora finge que el proyecto “jamás tuvo la intención” de generar ganancias [1].
Sudáfrica necesita desesperadamente infraestructura pública de gran escala, especialmente en el sector del transporte público, que en algunas ciudades - como Johannesburgo - está casi completamente ausente. El Gautrian [tren de alta velocidad], que fue lanzado el Martes 8 de Junio (justo a tiempo para el gran evento) es probablemente la mayor ironía: en un país en el que la gran mayoría cuenta con inseguros mini-buses taxis privados para recorrer grandes distancias diariamente, el Gautrain ofrece alta velocidad, lujoso transporte para los turistas y aquellos que viajan entre Johannesburgo y Pretoria… al menos para los que pueden pagarlo, tomando en cuenta que un simple viaje entre el del aeropuerto a Sandton cuesta la gran suma de R100. La misma imagen se muestra por todos lados: la Compañía de Aeropuertos de Sudáfrica (ACSA) ha gastado cerca de R16 billones en mejorar los aeropuertos, la privada Agencia Nacional de Carreteras Ltda. (SANRAL) ha gastado casi R23 billones en una nueva red de carreteras con peaje, que significará estrictas medidas de recuperación de costos para devolver los billones invertidos, y la mayoría de lo cual será solo un ínfimo beneficio para el pueblo pobre sudafricano. A lo largo de todo el país las municipalidades han emprendido planes de regeneración urbana… acompañados de planes de aburguesamiento, tal como los intentos del gobierno de empapelar rápidamente la dura realidad sudafricana. Alrededor de 15.000 personas sin techo y niños de la calle han sido acorralados y botados en refugios en Johannesburgo; en Ciudad del Cabo la municipalidad ha desalojado a miles de personas de áreas pobres y campamentos ilegales como parte del proyecto de embellecimiento de la Copa Mundial. Ciudad del Cabo (sin éxito) intentó desalojar a 10.000 residentes de Joe Slovo [uno de los asentamientos ilegales más grandes de Sudáfrica] de sus hogares para esconderlos de los turistas que viajaban por la autopista N2, y en otros lugares se han eliminado para hacer espacio a estadios, estacionamientos para los fanáticos o estaciones de tren [2]. En Soweto, las calles han sido embellecidas a lo largo de las principales rutas de turistas y de la FIFA, en tanto las escuelas adyacentes lucen ventanas rotas y construcciones que prácticamente se vienen abajo.
Si bien muchos sudafricanos se mantienen sin convencer, otros son inundados y arrastrados por el diluvio de propaganda nacionalista que apunta a desviar la atención del circo que es el Mundial. Cada Viernes ha sido considero “Viernes de fútbol”, día en el que se alienta a la “nación” (y se fuerza a los chicos de la escuela) a lucir remeras de Bafana-Bafana [la selección nacional africana]. Los autos son equipados con banderas, la gente aprende a bailar el “Diski-dance” que es bailado en cada restorán turístico, y se compran muñecos de la mascota Zakumi. Todo escéptico a este show es denigrado como antipatriótico: el principal ejemplo aparece cuando la huelga del Sindicato Sudafricano de Trabajadores del Transporte y Aliados (SATAWU) se deja de lado “por interés nacional” [3]. En un contexto en el que cerca de un millón de trabajados han sido perdidos en el curso del año pasado, las celebraciones del gobierno de que la copa mundial ha creado cerca de 400.00 puestos son vacías e insultantes. Los trabajos que han sido creados a la carrera son en su mayoría casuales o con “Contratos a plazo fijo”, tomados por los trabajadores que no están sindicalizados y que son pagados muy por debajo del salario mínimo.
Aparte de la represión de los sindicatos, los movimientos sociales han recibido una hostilidad similar de parte del Estado, que ha puesto extraoficialmente una prohibición absoluta a toda protesta durante el curso del evento. De hecho, hay cierta evidencia de que esto se ha llevado a cabo ya desde el primero de Marzo. De acuerdo a Jane Duncan [del Instituto de Libertad de Expresión]:
Un impactante informe realizado a fines de la semana pasada acerca de las otras municipalidades que son sede de partidos del Mundial ha revelado que una prohibición total a concentraciones está en funcionamiento. En palabras de la municipalidad de Rustenberg, “los encuentros están cerrados por el Mundial”. La municipalidad de Mbombela recibió un informe de parte del SAPS [servicio policial sudafricano] de que no iban a permitir concentraciones durante la Copa Mundial. El Concejo Municipal de Ciudad del Cabo ha declarado que continúa aceptando solicitudes de marchas, pero señaló que “sería un problema” durante el periodo del Mundial. De acuerdo a las municipalidades de Bahía Nelson Mandela y Ethekwini, la policía no permitirá concentraciones a lo largo del periodo del Mundial [4].
Aunque es claro que la constitución, a menudo aclamada por su “progresismo”, está lejos de ser garante de la libertad y la igualdad que el gobierno dice que es, esta nueva forma de represión está claramente en contradicción con el derecho constitucional de las libertades de expresión y reunión. Sin embargo, los movimientos sociales en Johannesburgo, incluyendo al Foro Anti-Privatización y muchos otros, no se han dado fácilmente por vencidos, habiendo hecho gestiones para conseguir autorización para una marcha de protesta el día de apertura con la ayuda del Instituto de Libertad de Expresión. No obstante, la marcha está siendo forzada a ser contenida a tres kilómetros del estadio, en donde no atraerá el tipo de atención mediática que al gobierno preocupa.
No ha sido solo el Estado el que ha sido severo en términos represivos con los pobres y con cualquier actividad o manifestación en contra del Mundial en el marco de pintar a Sudáfrica como un anfitrión abierto de brazos que invita a acudir en masa a sus hoteles de alta categoría, posadas y cocteles, sino que lo hace bajo la orientación de aquel imperio legal de Sepp Blatter y sus amigos llamado FIFA (brillantemente llamada THIEFA [juego de palabras con la palabra “thief”, ladrón en inglés] por el Foro Social de Durban). No solo esperan beneficiarse de una ganancia inesperada de cerca de 1.2 billones de euros, sino que han ganado ya alrededor de un millón de euros solo con los derechos de los medios de comunicación.
Los estadios, y las áreas que los rodean, que han sido transferidos a la FIFA por la duración del torneo (literalmente “capullos libres de impuestos”, creando áreas controladas y monitoreadas por la FIFA exentas de los impuestos normales y otras leyes estatales), y todas las rutas hacia y desde los estadios han sido limpiadas por la fuerza de todo aquel que venda productos no autorizados de la FIFA y de aquellos que sobreviven en campamentos ilegales a lo largo de las rutas del aeropuerto. Lo mismo ocurrió con las personas que contaban con las ventas del Mundial para aumentar sus ingresos para sobrevivir, que son abandonados al “goteo” de la economía.
La FIFA, como dueña exclusiva de la marca de la Copa Mundial y sus productos derivados, tiene además un equipo de aproximadamente 100 abogados revisando el país por cualquier venta no autorizada de esos productos o comercialización de la marca. Dichos productos son confiscados y los vendedores son arrestados a pesar del hecho de que la mayoría de las personas en Sudáfrica y del continente compran sus productos del sector del comercio ilegal, en tanto pocos tienen R400 para gastar en camisetas de equipos y otros. También ha amordazado efectivamente a periodistas con una cláusula acreditada que previene que las organizaciones de medios de comunicación desacrediten a la FIFA, comprometiendo de forma clara la libertad de prensa [5].
La mayor ironía es que el fútbol fue alguna vez verdaderamente el juego de la clase trabajadora. Ver partidos en vivo en estadios era barato y fácilmente accesible para las personas que optaban por usar 90 minutos de su vida en olvidar la pesadez diaria en la que vivían bajo la bota del patrón y del Estado. Hoy, el fútbol profesional y la Copa Mundial da ganancias exorbitantes a un pequeño grupo de la élite global y nacional (con billones innecesariamente gastados y en tiempos de una crisis global del capitalismo) que cobran a los clientes miles de rands, libras, euros, etc. temporada a temporada para ver con molestia a futbolistas que cobran excesivos sueldos caer y rodar ante el menor empujón, y que discuten, a través de agentes parasitarios, acerca de si merecen o no sus enormes sueldos. Un juego que en muchos aspectos mantiene su belleza estética, que ha perdido su alma de clase obrera y ha sido reducido a otra mercancía a explotar.
Bakunin dijo una vez que “la gente va a la iglesia por las mismas razones por las que va a la taberna: para perder la conciencia, para olvidar su miseria, para imaginarse, aunque sea por unos minutos, libres y felices”. Quizá, entre las enceguecedoras banderas nacionalistas flameando y el sonido de las vuvuzelas [cornetas], podemos sumar el deporte a su ecuación y agregar que puede parecer más fácil olvidar que tomar parte activa en el combate contra la injusticia y la desigualdad. Hay muchos que lo hacen, sin embargo, y los pobres y la clase obrera son menos maleables a la ilusión de lo que al gobierno le gustaría creer. Desde los acampes temporarios a la puerta de los estadios, hasta las protestas y manifestaciones masivas, pasando por las acciones huelguistas en el campo, autorizadas o no, a pesar de las burlas y los abucheos y las categorías de “anti-patriótico” o las prohibiciones a la libertad de expresión, haremos oír nuestras voces desafiantemente para exponer las terribles desigualdades que caracterizan a nuestra sociedad y a los juegos globales llevados a cabo a expensa de las vidas de aquellos sobre los que se han construido los imperios y que serán, tarde o temprano, destruidos.


¡Abajo el mundial!
¡Phansi [abajo] la represión estatal y el nacionalismo divisor!
¡Phambili [viva] la lucha del pueblo en contra de la explotación y el lucro!


Esta declaración fue publicada por el Zabalaza Anarchist Communist Front [Frente Anarco Comunista Zalabaza]
Para mayor información y otros artículos, ver:
http://www.ukzn.ac.za/ccs/default.asp?2,40,5,2037
http://antieviction.org.za/
http://www.abahlali.org/
Para ver otros artículos y declaraciones acerca del actual clima de lucha y represión en Sudáfrica ver:
• Landless militants and shack-dwellers under attack in Soweto
• Let Us Fight The Government, Not Each Other
• The poor clashing with the poor over electricity in Soweto
• Police Attack the Landless People’s Movement in eTwatwa, Ekurhuleni: One Person is Dead and another Seriously Injured
• The Homes of Two Landless People's Movement Leaders Burnt as Police Look On
• The Attack on the Landless People’s Movement Continues
Notas:
1. Revisar Star Business Report, Lunes 7 de Junio, 2010
2. http://antieviction.org.za/2010/03/25/telling-the-world-that-neither-this-city-nor-the-world-cup-works-for-us/
3. http://www.politicsweb.co.za/politicsweb/view/politicsweb/en/page71654?oid=178399&sn=Detail
4. Para leer el artículo completo, ver http://www.sacsis.org.za/site/article/489.1
5. http://www.sportsjournalists.co.uk/blog/?p=2336

* El título de este artículo fue inspirado en la reciente canción The Beautiful Gain de los Chomsky AllStars.

Traducido al español por Martín Alvarez.
Related Link: http://www.zabalaza.net/

domingo, 20 de junio de 2010

Compañeros y compañeras

Sobre la agresión que se me propino el 6 de junio. Comunicado Publico Imprimir E-mail
Contribuido por Marko Sosa
viernes, junio 18, 2010
Compañeros y compañeras:

En vista de lo ocurrido el pasado 9 de junio creo que es necesario escribir estas líneas. Esta narración sobre lo ocurrido esta corregida y aumentada ya que en primera instancia se mando una a la gente que era cercana a mi para narrar lo ocurrido, pero en vista de que esta empezó a circular por internet he decidido arreglarla y hacerla publica.

El miércoles 9 junio del año en curso, en horas de la noche entre 8:30pm y 9 pm, cuando me dirigía a mi hogar fui agredido por 3 sujetos que se bajaron de un carro chevette verde militar de placas BFT 337.

Todo empieza cuando voy caminando por la diagonal 40A y desde el carro descrito anteriormente se me grita algo que no alcanzo a entender, tampoco reconozco a nadie de los que aborda el vehiculo razón por la cual cruzo la Cr16 sin dar mayor atención a este suceso. Un par de metros mas adelante veo que el auto esta en medio de la calle (Diagonal) y que tres de los sujetos han descendido del mismo, se me acercan dos de ellos a pegarme y con un paraguas largo que llevaba trato de mantenerlos a distancia, el que se queda atrás de estos dos me dice “perro hijueputa lo vamos a pelar(entiéndase matar)” y sin medir mas palabra saca un cuchillo y me lanzo una puñalada al pecho la cual esquivo volteándome, pero igual me propino dos puñaladas que si hubiesen sido en el pecho el desenlace hubiese sido inmediato y fatal. Acto seguido otro me pega un botellazo en la cabeza y otro me intento golpear en la cara con un bate pequeño que logre esquivar y me dio en la cadera 3 golpes.

Después de unos 15 minutos un compa llega al lugar de los hechos y me lleva a un hospital en donde ingreso por urgencias. Al principio la atención se me demoro ya que no tengo seguro medico, pero el jefe de enfermería al ver la cantidad de sangre que estaba perdiendo y mi palidez decidió tomarme el pulso, hacerme chequeo y pedir mis datos, en ese momento se me empiezan a dormir los dedos, no puedo mover las piernas y siento vértigo. El jefe de enfermería ordena pasarme a una camilla de manera urgente y me aplica compresas en las heridas, no puedo ir a la camilla por mis propios medios por lo cual fui ayudado por este y el compa que me llevo al hospital, al subir a la camilla me ponen suero , tras un tiempo de espera me mandan a tomarme unas placas (radiografías) para ver si tengo perforado el pulmón y después de conocer el resultado de las placas (no hubo perforación), se me extrae un coágulo de una de las heridas, la que esta ubicada en la columna vertebral y que mide algo mas de tres centímetros de largo y cuya profundidad era de unos 4 a 5 centímetros, me cosen las heridas (la de la espalda y otra de 2cm debajo de la axila izquierda, vuelven a observar el hematoma en la cabeza y me dicen que tengo que quedarme en observación, pero, como no tengo seguro medico me costaba mas de un millón de pesos pasar la noche y otra sacada de placas. Manifesté no tener dinero para pagar y me hicieron firmar “una salida voluntaria por motivos personales”.

En definitiva y por fortuna no morí bien fuese por que la primera puñalada cuyo destino original era el pecho, al corazón, y que no logro su objetivo ya que al tratar de esquivarla me dio en la espalda y tampoco morí desangrado pues tenia una severa hemorragia y el medico me manifestó que si hubiese estado pocos minutos mas sin atención hubiese muerto desangrado.

En cuanto al ataque no se quien lo propino, fue rápido y mas allá de un par de palabras e insultos no hubo nada mas, no tenían aspecto ni de neo nazis, ni de tribu urbana y el clima es bien enrarecido ya que fue cerca de mi casa y hace pocos días, el 22 de mayo, el un compañero de CODHES Marco Romero tuvo un atentado parecido, bien sabemos la capacidad camaleónica que se da en este país de ocultar asesinatos políticos y hacerlos pasar por peleas callejeras, atracos o “líos de faldas”. Si ha esto súmanos mi reciente viaje a dar charlas a España sobre coyuntura acá en Colombia, presos políticos y el caso de Diomedes Meneses Carvajalino estos elementos pueden ayudarnos a formular hipótesis sobre los hechos ocurrido, si bien es el primer atentado perpetrado contra mi, ya hubo un intento en mayo de 2005, amenazas de muerte y también podemos aportar mis múltiples salidas del país (tres hasta la fecha) por motivos de seguridad debido a mi accionar político. Cabe resaltar que desde mi regreso de España mi teléfono celular (móvil) parece que esta intervenido ya que se cortan las llamadas, tiene mala recepción entre otras cosas.

Aclaro que no quiero asegurar nada ya que como dije anteriormente todo sucedió rápidamente, pero lo real y concreto es que tenían intención de matarme, fuese quien fuese y que viendo los antecedentes que enuncio en el párrafo anterior es muy probable que se trate de organismos estatales o paraestatales quienes perpetuaron este hecho.

En cuanto mi situación personal los primeros días estuve bastante adolorido ya que una puñalada topo con una vértebra, también tenia dificultades para caminar y moverme, ahora camino mejor aunque algunos movimientos me cuesta hacerlos y a veces cojeo, tengo dos heridas una en la espalda de 3 a 4 centímetros y otro debajo de la axila izquierda de 2 centímetros y medio, la hinchazón de la cabeza producto del botellazo que me propinaron ya bajo pero tengo varios morados en la cadera, cabeza y piernas.

En lo que respecta a mi ánimo estoy relativamente bien.

Se va a enviar una denuncia publica en el trascurso de la otra semana y se va adelantar una investigación penal por lo menos para saber de quien son las placas del carro ( si son de un particular o de algún organismo represivo) .

Cuando la vida se conjuga con la lucha por una sociedad mas justa y mas humana ni la muerte, ni los días oscuros nos podrán quitar la alegría de vivir y trazar las cartografías de nuestra existencia como hemos deseado hacerlo en el bando de los que luchan, de los que construyen, de los que no temen a la sonrisa, a la alegría y de los que no se rinden, no desfallecen y no callan. Reitero no soy victima, soy un anarquista un luchador social y sigo puño en alto.

Agradezco por tomarse el tiempo para leer este par de palabras y a todos aquellos que me han demostrado su solidaridad.

Un abrazo
contribuido por Marko Antonio Sosa
Bogotá, Colombia.

Multinacional canadiense anuncia tumbar el pueblo de Marmato para desarrollar gran minería a cielo abierto

La compañía canadiense anuncia que necesita tumbar todo el pueblo de Marmato (departamento de caldas en Colombia) porque se propone explotar a cielo abierto una mina de oro hasta agotar el recurso en veinte años.


El comité ejecutivo del consejo regional indígena de caldas (cridec), siguiendo el mandato del ix congreso del pueblo indígena de Caldas, celebrado en Supía entre el 30 de abril y el 2 de mayo de 2010, y la comunidad marmateña, representada en el comité cívico pro defensa de Marmato y el comité por los derechos de los marmateños denunciamos ante las instituciones y organismos de derechos humanos del estado, las organizaciones sociales y populares, los organismos internacionales defensores de los derechos humanos y ambientales, ongs y a la opinión pública en general que:

Después de cinco años de incertidumbre, las compañías multinacionales reconocen públicamente que su decisión es desaparecer el pueblo de Marmato, pueblo minero del occidente del departamento de caldas en Colombia, con el fin de hacer explotación a cielo abierto del oro de la montaña en la cual se encuentra asentada esta población desde hace 474 años, proyecto que cuenta con el aval y el apoyo activo del gobierno colombiano.

Desde el 3 de diciembre de 2009, en entrevista con el periódico La Latria de Manizales, el presidente para Colombia de la compañía multinacional canadiense Medoro Resources Ltda, Juan Manuel Peláez, dictó la sentencia de muerte para Marmato:

"buscamos probar reservas para hacer explotación a gran escala, y para eso necesitamos el pueblo".

Por lo tanto, exigimos:

- suspender inmediatamente todas las actividades de la compañía medoro resources en Marmato, para proteger la vida de sus habitantes y mientras se aclaran las enormes dudas de este proyecto;

- preservar la existencia del pueblo de marmato en su ubicación actual, respetando su integridad étnica, social, cultural y económica, así como su carácter de patrimonio cultural e histórico de la nación;

- respetar los derechos de la población indígena y negra de marmato;

- descartar la explotación a cielo abierto de la montaña de marmato y veredas adyacentes;

- darle cumplimiento al decreto 2223 de 1954 que reservó la zona alta de la montaña de marmato para la minería de subsistencia.

Solidaridad

tomado de prensa rural

martes, 15 de junio de 2010


"Yo soy libre solamente en la medida en que reconozco la humanidad y respeto la libertad de todos los hombres que me rodean."... MIJAIL BAKUNIN
COORDIAL INVITACION

CÁTEDRA LIBERTARIA 9


"Jóvenes y rebeldía libertaria"

"La juventud en la Luna"
Leovigildo Latorre
Escuela de Educación Popular del Sur

"Jóvenes y precarización de la vida"
Instituto Nacional Sindical

Fecha:Viernes 11 de Junio
Lugar: Auditorio Eduardo Umaña Mendoza cra 8 No 20-57 Sintrateléfonos
Hora: 5:30pm

La quimera del Poder Popular: una forma de integración al sistema



Cajas de acción

Publicado en el periódico anarquista Libertad! N° 52 (julio–agosto '09)

Al menos como es entendido en general por la izquierda, el “Poder popular” sería una propuesta para construir el socialismo mediante un modelo de democracia participativa, que reestructuraría la organización sobre la que se sustenta el Estado. El poder popular estaría fundado en la vieja idea de Rousseau de voluntad general, transfiriendo las atribuciones del gobierno al pueblo, instituido en organizaciones asamblearias de base y eligiendo mediante el voto a los representantes en el gobierno popular.
Esta política requiere la toma del gobierno para impulsar la transferencia antes mencionada, pero de forma gradual para transformar la democracia representativa en participativa, y alcanzar el socialismo por el camino del poder popular. Es decir, se plantea un objetivo supuestamente revolucionario por un camino reformista, aderezado de jerga nacionalista, socialista y antiimperialista. Este fue un experimento que quedó trunco en Chile en 1973 por el golpe de Pinochet contra el gobierno de Salvador Allende, y forma parte del canon ideológico de la Venezuela de Hugo Chávez y la Cuba post-bloque socialista, que recupera la consigna guevarista de desarrollar en el pueblo los “gérmenes de socialismo”. Este tipo de proyectos reformistas y autoritarios, defendido por la izquierda nacionalista y burguesa, han sido repudiados desde siempre por los anarquistas y sus teóricos más influentes, Bakunin y Malatesta, entre otros.


Sin embargo, desde hace un tiempo muchos compañeros libertarios latinoamericanos (argentinos, uruguayos, colombianos y brasileños) han publicado declaraciones acerca de la necesidad de que los anarquistas “construyamos el poder popular” luchando por la socialización del poder a fin de que no se convierta en la posesión de unos pocos. La idea que se propone apuntaría a construir un movimiento libertario anti-dogmático, aterrizado en la realidad y conectado con las luchas populares.

Estas formulaciones, como bien presuponen sus autores, podrían parecer “una contradicción irresoluble” a todo “luchador o luchadora de la libertad”. En realidad no lo parece, sino que es una contradicción irresoluble. Pero antes de responder por qué lo es, veamos en qué consiste esta propuesta.
En un documento titulado Anarquismo y Poder Popular, de la Red Libertaria Mateo Kramer de Colombia (http://redlibertariapopularmk.entodaspartes.net/), se hace la siguiente pregunta:

¿Debe el poder ser entendido únicamente como una imposición autoritaria, como un poder sobre? ¿No se puede comprender el poder de otra forma, es decir, como un poder-hacer colectivo, un poder-construir en conjunto? Son los de arriba, aquellos que mandan, los que nos han hecho creer que el poder es un “objeto” del cual ellos tienen posesión, una “cosa” despegada de las relaciones sociales, un aparato trascendente de sujeción. Pero, en cambio, nosotros y nosotras, los y las de abajo, concebimos el poder de otra forma: no como una “cosa”, sino como una “relación”, como un poder social alternativo y liberador. Así, nuestro poder es principalmente una capacidad colectiva de imaginar y de crear en el aquí y ahora una nueva sociedad.

Aquí surge una confusión en la pregunta que va a afectar a todo el análisis posterior. El término poder tiene múltiples acepciones, significados e interpretaciones, por su carácter polisémico. Podemos hablar de poder como una relación de dominio, como lacapacidad de hacer, como posesión de algo, fuerza, capacidad de provocar efectos de verdad, mando, coerción, y finalmente, el gobierno de un país.
Claramente en la pregunta se confunde la acepción de relación de dominio (primera pregunta) con la acepción capacidad de hacer (segunda pregunta). Para mayor embrollo, el razonamiento prosigue proponiendo dejar de ver al poder como un objeto o instrumento y tomarlo como una relación, pero desdeñando que las relaciones de poder sean relaciones de dominio, y nuevamente proponiendo un poder como “capacidad colectiva de imaginar” (es decir, una competencia y no una relación).

Luego de semejante enredo, que no por enmarañado deja de ser de una simpleza y una frivolidad pasmosa, sería lícito preguntarse si todo se reduce a preferir una acepción por otra o a considerar que los anarquistas siempre han sido tan obtusos como para haber confundido siempre el poder con una “cosa” y nunca haberse percatado de que era una relación de dominio. Como si el hecho de pensar al poder en su aspecto relacional lo convirtiera en “un poder social alternativo y liberador”, y no en una relación asimétrica de dominio. El capitalismo, entre otras cosas, también es una relación social asimétrica (de explotación y dominio), y seguramente a estos compañeros no se les ocurriría olvidar este aspecto para proponer un “capitalismo social alternativo y liberador”.

En realidad, los anarquistas negamos el poder político, la capacidad de dominio de una institución, un grupo o un individuo sobre otras personas, el poder como sinónimo de gobierno. Es decir, toda la teoría anarquista se funda sobre una crítica al poder y los efectos que produce, expresado objetivamente en los medios, instituciones, dispositivos e instrumentos materiales a través de los que se ejerce el dominio, pero también subjetivado en relaciones asimétricas donde unos deciden y mandan mientras que otros obedecen y ejecutan. Los anarquistas nunca propusieron el poder popular, ni el poder para una clase, precisamente porque apuntaban a ese aspecto relacional del poder, donde si una clase o un grupo (aunque fuese mayoritario) ejercieran poder sobre otro, se convertiría en otra relación de dominio (asimétrica). Quien posee el poder ejerce control sobre la conducta de quien los sufre. No existen relaciones de poder simétricas, porque cuando existe simetría y reciprocidad en una relación social, es porque la relación de poder ha dejado de existir.


En el documento también se afirma que, “para que este poder colectivo sea popular, el agente no puede ser otro que el pueblo, ese sujeto plural que se define por la reunión de las clases subalternas, de los marginales, de los desposeídos, de los excluidos”.Más allá de la obviedad de la proposición, se percibe una valoración de lo popular como positivo per sé, lo cual puede ocasionar ciertos conflictos. Lo popular no está exento de acarrear ciertas lacras sociales, como el sexismo, el nacionalismo o el racismo, por mencionar las más habituales. Si algo fuese definido como popular tan solo porque lo produce el agente “pueblo”, y si definimos al pueblo gramscianamente como clases subalternas, deberíamos también aceptar que dentro de ese pueblo hay gran cantidad de elementos sociales, culturales, políticos y económicos burgueses incrustados, que incluyen tanto al ama de casa, al vendedor ambulante y al obrero, como al policía de la esquina, al dueño de una verdulería o a un barrabrava futbolero. La esencia popular es precisamente ese carácter policlasista, que conjuga elementos revolucionarios y conservadores, proletarios y burgueses, libertarios y autoritarios.

Si -como sostienen- el poder popular es una nueva forma de relación, y apunta a poner “en marcha un nuevo ethos,” creando “otro mundo posible, un mundo distinto que se enfrenta al que ya conocemos,” y al mismo tiempo “es una praxis que en la misma medida en que va transformando los lugares de vida de las personas crea un bloque contrahegemónico, un bloque que entra en confrontación directa con el orden imperante,” entonces el poder popular planteado de esta forma comienza a tener puntos en común con el poder popular según lo ha entendido históricamente la izquierda.

Este poder se presenta como una anticipación de la sociedad futura, como una práctica gradualista, que apunta a reemplazar al Estado y al capital. Lo que no se explica es como una cultura horizontal y libertaria, participativa e incluyente pueda tener cabida en una sociedad que es su negativo rotundo, en que los medios de comunicación, educación, explotación y represión están en manos de quienes detentan realmente el poder. Claro que existen prácticas solidarias, ayuda mutua, cooperación, altruismo y actitudes libertarias en el seno del pueblo, pero esto es más inherente a la condición humana que al ethos popular. Es sencillamente una ilusión creer que por propugnar el poder popular (como quiera que esto se entienda) vamos a estar más cerca de la auto-liberación de las masas. El sistema capitalista ha demostrado una gran capacidad de absorción de todos los movimientos populares, de todo signo: Venezuela y Cuba son un muy buen ejemplo de esto. Cuando excepcionalmente los gobiernos que realmente ejercen el poder conceden la posibilidad de que la gente practique alguna forma de autogestión, siempre es bajo el permiso y supervisión directa o indirecta, cuando no el interés, del Estado.

Es un error plantear que, “el anarquismo que quiere socializar los medios de producción, también quiere socializar el poder y evitar que éste se convierta en el privilegio de unos pocos”, precisamente porque eso sería socializar la asimetría, haciendo del poder el “privilegio de la mayoría”, y donde aquello que una mayoría denominada “popular” imponga al resto “menos popular” su particular visión de lo que debe ser. Es una peligrosa ingenuidad suponer que dicho poder popular crearía “espacios alternativos de vida colectiva, lugares materiales y virtuales que escapan al control del capitalismo y de la autoridad”. Más aun cuando todas las experiencias históricas han demostrado exactamente el contrario, y nunca pudo coexistir un espacio libertario por mucho tiempo en una sociedad estatal sin enfrentarse con ella (como en Ucrania o Kronstadt y la revolución española), o siendo absorbido por el capitalismo y el Estado, como en Cuba o en la Venezuela bolivariana, donde el Poder Popular funciona como un mecanismo de autorregulación capitalista.

Contrariamente a los que sostiene la Red Libertaria Mateo Kramer, los anarquistas debemos aspirar a destruir toda forma de poder, sin dejar de organizarnos igualitaria y libremente, propugnando que el pueblo se autolibere. Porque las perspectivas políticas del populismo y el socialismo antiburgués siempre serán reformistas, aspirando a lo sumo a un capitalismo gestionado por la clase obrera, mediante cooperativas, sindicatos, partidos políticos o el “Estado Popular”.

Ser anarquista implica estar en contra del poder en todas sus formas, no solamente en contra de “algunas formas de poder”. El poder colectivo no es ausencia de poder, del mismo modo que un capital colectivo no es ausencia de capital. El ser anarquista no puede reducirse a enfrentarse al poder burgués, sus agentes económicos, culturales y políticos. No podemos hacer del pueblo o el poder popular un adorado fetiche, del que presuponemos revolucionario per sé. De lo contrario, pondremos al pueblo en el trono, para ser su propio opresor, alienado de sí mismo. Un Poder Popular negador de la liberación humana y que, parafraseando a Bakunin, no va a ser menos prepotente porque lleve inscrito el rótulo de “poder del pueblo”.