martes, 13 de octubre de 2009

ESCENARIOS, PROCESOS Y PRÁCTICAS DE COMUNICACIÓN EN ASOCIACIONES PARA LA VIVIENDA EN MEDELLÍN ( parte 1)


INTRODUCCIÓN

La dotación de servicios públicos e infraestructura a los barrios periféricos de la ciudad repercutió en el costo y los modos de vida de sus pobladores.
El impacto social de ese aumento en la calidad de vida que se esperaba con el desarrollo de los programas de rehabilitación de barrios piratas y zonas subnormales fue también alto e incidió en la adecuación del espacio, apropiación y usos del entorno físico del barrio.
Aunque la inclusión de los denominados barrios subnormales en el programa de rehabilitación coordinado por los gobiernos municipales, legitimó esos asentamientos. Fué el final de un proceso que había comenzado con la construcción de las viviendas, la edificación de capillas, centros deportivos y educativos, aprobados por las instituciones gubernamentales y eclesiásticas de la ciudad.
Y así como fue la terminación de un proceso lento en busca de legitimación también fue el principio de modificaciones trascendentales de las relaciones familiares, en los hábitos de los pobladores y en las relaciones de vecindad.
En esos barrios, los pobladores habían construido sus viviendas en lotes desprovistos de servicios básicos, loteados al margen de las normas mínimas exigidas por los organismos oficiales de control y ordenamiento urbano.
Los habitantes de estos barrios, sin recursos para adquirir propiedad sobre el suelo urbano reglamentado y altamente valorizado, edificaron sus viviendas en terrenos vulnerables al riesgo. Emplearon en la construcción, mano de obra de familiares y vecinos, materiales comprados a plazos, con sus salarios y prestaciones sociales.
Fue un proceso al margen del mercado inmobiliario y de la reglamentación institucional.
El programa de rehabilitación de esas urbanizaciones completó entonces un proceso de legitimación social y cultural iniciado por sus pobladores desde el mismo momento en que comenzaron a proveer sus barrios de un equipamiento social
Consolidación
Con la construcción de capillas, erección de parroquias, edificación de escuelas, extensión de redes comunales de servicios públicos, los pobladores obtuvieron por una parte, la satisfacción de necesidades colectivas, y por otro lado, la seguridad individual de poco a poco estar haciendo un barrio con todo su equipamiento.
Era, en esencia, un ambiguo proceso de segregación-inclusión de esos barrios en la gran ciudad. Las mismas instituciones sociales que calificaban de ilegal esos asentamientos se venían, forzosamente obligados a aprobar las acciones de los pobladores que, mediante la adecuación de su entorno, se esmeraban en darle un carácter de barrio a su incipiente asentamiento.
En los barrios consolidados de la ciudad, muchos de ellos cobijados en el programa de rehabilitación de "barrios subnormales", el proceso de densificación que siguió a esa inclusión en la ciudad a través de la extensión de servicios públicos, apertura de vías y dotación de infraestructura, significó también un cambio en la vivencia, apropiación y uso del espacio del barrio.
En la vida cotidiana estas consecuencias de políticas de planeación urbana, afectaron, en cada familia, sus relaciones. Estas salidas al incremento del costo de vida, conllevó después grandes repercusiones en la estructura de las familias, abocadas a una ruptura sorpresiva de sus habituales comportamientos. Fue muy difícil continuar con los patrones aprendidos culturalmente de habitar y vivir el barrio y la ciudad. Era una situación que dificultaba la educación: las madres también tuvieron que abandonar sus hogares para buscar fuentes de ingresos. En la comunicación: los miembros de la familia poco se veían ya debido a sus múltiples ocupaciones, en tiempos y ritmos distintos. Las prácticas religiosas y sociales: Las ocasiones de reunión familiar fueron, a partir de ese momento, todavía más eventuales.

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