El proyecto pretende reglamentar el uso del suelo en 2.108 hectáreas, equivalentes a dos mil canchas de fútbol.
Para los académicos, que participaron en un reciente foro en la Universidad de los Andes, lo recomendable no es autorizar nuevas zonas de expansión urbana y preservar, en cambio, la riqueza ecológica de esa parte del norte de Bogotá.
Lo que debería hacerse, recomiendan, es redensificar y ordenar las zonas que ya están ocupadas y que se ubican, principalmente, entre las calles 170 y la calle 200.
El Plan abarca desde la calle 170 hasta La Caro y desde la carrera 7a. hasta la futura
Avenida Low Murtra . Desde esos límites se autorizará la construcción de cerca de 54 mil unidades de vivienda nueva -12 mil de ellas de interés social- ; 275
Mil metros cuadrados de construcción para uso comercial y 380 mil metros cuadrados para servicios de industria. Además, las edificaciones deberán tener un máximo de cinco pisos.
Igualmente, en ese sector está contemplado un parque metropolitano -que tendrá un área similar a la mitad del parque Simón Bolívar- , se habilitarán zonas verdes y de conservación ambiental y se construirán cerca de 10 nuevas vías.
Pero tanta maravilla no convence a los expertos. Gerardo Ardila, director del Instituto de
Estudios Urbanos de la Universidad Nacional, asegura que la autorización de nuevas construcciones, vías y la ampliación de la Autopista Norte amenazan con crear un tapón entre los Cerros y la gran reserva ambiental del norte -que alberga cerca de 72 hectáreas de humedales- , lo que constituiría un daño ecológico irreversible.
Ardila cuestionó a Planeación Distrital por autorizar la construcción de 40 viviendas por hectárea en el borde norte de la ciudad, cuando la Ley solo autoriza que existan 4 por hectárea.
"Este aumento tan grande en la densidad tiene un gran impacto ambiental en la medida que si se aprueba el Plan las ventas de los lotes van ser mucho más rápido que la provisión de servicios públicos, que no es clara y se va a demorar mucho", sostuvo el catedrático.
El experto agregó que ese escenario es posible que suceda teniendo en cuenta que los dueños de esas tierras son "personajes, como lo planteo en un documento, que combinan el poder económico con el poder político".
Para el ex ministro del Medio Ambiente Manuel Rodríguez, quien recientemente advirtió que las ciudades no pueden extenderse como un 'huevo perico', lo conocido hasta ahora del
Plan no evitaría la aparición de una gran mancha urbana que se uniría con municipios vecinos como Chía.
Según Rodríguez, autorizar más construcciones en zonas de expansión es lo que se debe evitar. "A lo que las ciudades deben apostarle es a consolidar la densificación a través de procesos de renovación urbana. En Bogotá, por ejemplo, -sostuvo Rodríguez- en los alrededores del parque Simón Bolívar es propicio para adelantar este tipo de programas".
'No vamos a colonizar'
Óscar Molina, Secretario de Planeación Distrital y cabeza de este megaproyecto, asegura que "lo que se va a intervenir hace parte del perímetro urbano de la capital; no se va a intervenir ni suelo rural, ni zonas de reservas forestales, ni los Cerros Orientales, ni el
Cerro de la Conejera (Suba)".
Según el funcionario, es importante hacer esta precisión porque "existe la confusión de que el Plan Zonal del Norte tuviera como finalidad colonizar y llenar de ladrillo todo el norte de la capital".
De hecho, gran parte de los terrenos ya están colonizados. De las 2018 hectáreas que hacen parte del Plan, cerca de 1.311 hectáreas -65 por ciento del suelo- ya está ocupado por clubes, colegios, universidades y otros desarrollos urbanísticos, principalmente de estratos
5 y 6, que, a jucicio de Ardila, se desarrollaron de manera ilegal.
Es decir que queda poco suelo para hacer nuevas construcciones. Solo el 15 por ciento está libre para expansión urbana, alrededor de 300 hectáreas. Prácticamente la mitad del suelo que Bogotá necesitaría habilitar cada año para cubrir la demanda de vivienda de los nuevos hogares y atacar el déficit acumulado de casi medio millón de viviendas.
Para el Secretario de Planeación, esta situación hace urgente la adopción del Plan Zonal, ya que la mayor parte de los habitantes y usuarios de ese sector se abastece de agua mediante pozos profundos y aljibes. Además, el 80 por ciento de las aguas residuales se vierte en pozos sépticos y vallados que no tienen ningún tipo de tratamiento, hecho que amenaza el medio ambiente de ese sector.
"No realizar ninguna acción implica agravar el deterioro de la zona, como ha venido ocurriendo en las últimas décadas, por lo que- afirma Molina- resulta muy conveniente aprobar el Poz Norte".
Constructores, a la espera
Sandra Forero, gerente de la Cámara Colombiana de la Construcción (Camacol-
Cundinamarca), asegura que dentro del Plan Zonal del Norte existen 28 planes parciales que en su gran mayoría empezaron el proceso desde el año 2000, cuando el Plan de Ordenamiento Territorial (POT) clasificó esta zona del norte de la ciudad como suelo de expansión.
"Es decir, la ciudad ha tenido congelada por más de siete años una extensión considerable de suelo, con los costos que ello implica, no sólo desde el punto del vista financiero, sino también en términos de oportunidad de lograr un desarrollo habitacional importante", sostiene Forero".
Igualmente, para los constructores los retrasos en el proceso de adopción del Plan Zonal del
Norte limitan cada vez más la posibilidad de desarrollar Vivienda de Interés Social (VIS).
Precisamente se prevé en el Plan -que aún está en borrador- que 90 hectáreas del suelo disponible para la construcción de vivienda nueva sean destinadas para interés prioritario, es decir, de un valor inferior a 32 millones de pesos.
La presidenta de la Comisión del Plan, Ángela Benedetti, programó para el próximo 25 de marzo un foro técnico del Plan Zonal del Norte en el Concejo de Bogotá.
Constructores pagarán por nuevos desarrollos
Para financiar los cerca de 795 mil millones de pesos -a precios de 2008- que cuesta construir nuevas vías, parques, alamedas, redes de acueducto y alcantarillado y la recuperación de humedales, entre otras inversiones que deben hacerse dentro de las 2.018 hectáreas del Plan Zonal del Norte, Planeación Distrital asegura que se debe recurrir a la figura de la distribución de cargas y beneficios.
Eso significa que los constructores o dueños de la tierra asumirían las cargas (la financiación del Plan) por permitir el urbanismo.
FELIPE CARO
REDACCIÓN BOGOTÁ
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