Anunciamos que el 25 y 26 de diciembre recién pasado, por medio de un Congreso Fundacional, se fusionaron definitivamente los agrupamientos anarco-comunistas de Santiago. De este modo, fue fundada la Federación Comunista Libertaria (FCL).
Es el resultado de un proceso de discusión, profundo y sistemático, entre organizaciones que veníamos sosteniendo un relacionamiento estrecho hace ya más de un año, y que en los últimos dos meses ha sido llevado a cabo con mayor intensidad para culminar en la instancia fundacional.
El Congreso recibió diversos saludos de organizaciones hermanas, del exterior y de otras ciudades del país. La discusión fue tratando uno a uno los temas programáticos que nos convocaban, partiendo por la carta de presentación, donde están expresados de forma general nuestros principios y nuestra línea estratégica. Luego fuimos debatiendo y tomando resoluciones en relación a nuestra caracterización del período, la línea estratégica general y para el período, las tácticas en el plano político y social, y la orgánica de trabajo.
Esta nueva organización, y el programa político que resulta de este Congreso, representan la continuidad con anteriores proyectos organizacionales del anarco comunismo en estas tierras.
En lo político, vemos como el principal desafío que nos toca enfrentar actualmente, es la construcción de una organización anarquista a nivel nacional, mientras que en lo social, es fortalecer la presencia popular de nuestra organización. Estas herramientas son las que esperamos nos permitirá influir, de forma decisiva, y coherente, para que la propuesta libertaria sea hegemónica en los cambios sociales que el pueblo espera y construye.
¡Por el Socialismo y la Libertad!¡Arriba las y los que Luchan! Federación Comunista Libertaria - ChileCarta de PresentaciónFederación Comunista Libertaria - Chile
I. Somos una organización política revolucionaria anarquista inscrita en la corriente anarco comunista y especifista. Esto quiere decir, que nos reconocemos en la experiencia histórica del anarquismo social, el cual, como crítica al Estado y el Capital, busca por medio de la acción directa del proletariado en lucha, el derrocamiento del actual sistema social basado en la explotación del hombre por el hombre. Para promover e incitar este objetivo emancipador, nos agrupamos como anarquistas, y desde una base política común, participamos en todos los espacios sociales donde sea posible la lucha.
II. La doctrina que promovemos no es el resultado de una inquietud artificial, salida de la cabeza de unos cuantos iluminados, antes bien, es el resultado de la búsqueda de los explotados por lograr su liberación social. Por tanto, si bien el anarquismo ha sido sistematizado a nivel teórico por revolucionarios como Bakunin, Kropotkin, Malatesta, el grupo Dielo Truda (entre otros), su mayor riqueza radica para nosotros en las luchas concretas que han hecho de él una propuesta realizable para superar la actual sociedad de clases.
En ese sentido, tomamos como principales referentes las experiencias de la Comuna de París, el sindicalismo revolucionario del siglo XIX y XX, los soviets libres en la revolución Rusa y el ejercito makhnovista, las colectividades en la España del 36, así como diversas experiencias latinoamericanas de índole libertaria, como la labor desarrollada por los hermanos Flores Magón en la Revolución mexicana, o la Federación Anarquista Uruguaya.
También es del anarquismo chileno, el cual ocupó un lugar importante en el movimiento obrero, desde donde nos alimentamos e intentamos continuar. Hablamos de la labor desarrollada por figuras como Magno Espinoza y Luis Olea en la lucha social de la primera década del siglo XX y de organizaciones libertarias, sindicales y estudiantiles (IWW, FECH, CGT, etc.), durante las décadas del 20 y el 30. Por cierto, también en el movimiento libertario que resurgió desde la década de 1950 (con figuras como Ernesto Miranda, Clotario Blest y organizaciones sindicales de los gremios del calzado, los gráficos y la construcción), donde, si bien no logró consolidarse el proyecto de sociedad al cual se aspiraba, sí se logró impregnar con sus principios al movimiento obrero chileno, por ejemplo en el Congreso Constituyente de la CUT de 1953, con una declaración de principios abiertamente anticapitalista, utilizando la acción directa como método de lucha y propugnando el socialismo integral.
Nuestras ideas también se alimentan de experiencias históricas del proletariado chileno, como los Cordones Industriales, los Comandos Comunales o la resistencia contra la Dictadura, que si bien no tuvieron en su momento una interpretación desde el anarquismo, hoy configuran un importante referente en relación al grado de radicalidad de su crítica al Estado y el Capital.
En este sentido, la libertad fundada en la igualdad, la abolición del estado y la propiedad privada, el antiparlamentarismo, la acción directa, la no colaboración e independencia política de clase, la autogestión, la solidaridad y el internacionalismo, han sido los principios y prácticas constituyentes de esta tradición histórica, que orientan en la actualidad nuestra práctica política.
III. Nuestra organización, en consecuencia, se esfuerza por avanzar en la construcción del Poder Popular, entendido como el proceso en que nuestra clase genera espacios y formas determinadas de auto organización y autogestión que la llevan a un enfrentamiento directo con la clase enemiga, amenazando directamente la sobrevivencia del orden burgués, sobrepasando a los partidos políticos, burocracias sindicales, y toda forma de control ya sea interno o externo, haciendo posible la superación revolucionaria de la sociedad capitalista, la socialización de los medios de producción y la abolición del poder político, actualmente en manos de una ínfima minoría explotadora.
Estos son para nosotros, los requisitos indispensables para la instauración de una sociedad organizada sobre bases federativas, de abajo hacia arriba, desde las unidades básicas a las más complejas, de modo que podamos volver a ser dueños de nuestras vidas y no nos veamos sometidos al papel de ejecutores de voluntades externas. Esto es, la sociedad comunista libertaria, el comunismo anárquico, el socialismo libertario.
IV. Estos objetivos de tipo finalista o estratégicos, -y que sabemos son ideales compartidos con otras corrientes revolucionarias- no pueden conseguirse de la noche a la mañana. Para ello es preciso transitar un camino por el que el proletariado comprenda y reconozca cuáles son las causas de los males que los afligen y cuáles son las mejores herramientas para liberarse de ellas.
Entonces, además de agruparnos como anarquistas, nos agrupamos como explotados y oprimidos, y nos organizamos y luchamos desde los espacios más elementales de nuestra vida, para acumular las experiencias que nos permitan incrementar cada vez más la habilidad del proletariado para organizarse, para pretender cada vez más libertad y bienestar para todos.
Para ello, nos valemos de los métodos de acción que permitan la participación horizontal y democrática de los propios trabajadores y demás sectores populares en la solución de sus problemas. Esto es lo que colectivamente hemos considerado más apropiado para la construcción y fortalecimiento de las organizaciones donde el proletariado pueda organizarse y construir sus programas.
V. Sabemos que esto no es suficiente, puesto que la lucha por demandas inmediatas, económicas, reivindicativas, encontrarán tarde o temprano un techo, un límite donde la patronal y el Estado ya no darán su brazo a torcer. En ese momento (el cual no es posible definir de antemano) el proletariado deberá pasar a la ofensiva, y pretenderemos como anarquistas que logre llevar adelante su propio interés de vivir libremente. Claro está que esta titánica tarea no será pacífica y habrá que recuperar por la fuerza, de las manos de la burguesía, toda la riqueza social que nos ha sido arrebatada, pero procurando en todo momento que el ejercicio de la violencia no sea derecho exclusivo de tal o cual partido o grupo de vanguardia, sino del pueblo en armas conscientemente entregado a la tarea de construir una nueva sociedad.
Decimos esto, lo cual es preciso aclarar, puesto que nuestras intenciones no son las de convertirnos en los guías de una revolución. No luchamos para que nuestra organización gobierne a tal o cual grupo de personas, ni para restablecer luego de innumerables sacrificios el gobierno de unos pocos bienintencionados sobre el conjunto de la sociedad, sino que, al contrario, luchamos por una sociedad de seres humanos libres e iguales.
VI. Estas tareas que mencionamos y el rol que asignamos a la organización política de los anarquistas, debe entenderse en un contexto para que encuentre un sentido y una aplicación más exacta y coherente, poniendo atención al aprendizaje y la experiencia acumulada en cada lucha, lo cual permita comprender los distintos niveles, mínimos y máximos, que son posible alcanzar en el actual grado de desarrollo del movimiento popular.
Entendemos, por tanto, que en la actualidad es preciso construir propuestas programáticas de mayor alcance, alimentadas en la lucha, donde el anarquismo sepa expresar y orientar una alternativa de lucha y construcción popular.
En otras palabras, nuestra opción como anarquistas es construir simultáneamente por dos caminos: por un lado, ser capaces de fomentar la organización social, desarrollar una mirada transversal que disuelva el gremialismo mezquino y apostar a una perspectiva programática común de los sectores en lucha, todo en un contexto de aprendizaje y rearme del proletariado chileno; y por otro lado, y en un sentido orgánico, el fortalecimiento de la organización política de los anarco comunistas, para dotar a esta lucha de un horizonte libertario que pueda superar de forma radical la sociedad de clases.
Con estas aspiraciones encaminamos nuestros esfuerzos y en ellos esperamos encontrarnos con todos los que luchan sincera y entregadamente.
¡Por el Socialismo y la Libertad!¡Arriba las y los que Luchan!
El Congreso recibió diversos saludos de organizaciones hermanas, del exterior y de otras ciudades del país. La discusión fue tratando uno a uno los temas programáticos que nos convocaban, partiendo por la carta de presentación, donde están expresados de forma general nuestros principios y nuestra línea estratégica. Luego fuimos debatiendo y tomando resoluciones en relación a nuestra caracterización del período, la línea estratégica general y para el período, las tácticas en el plano político y social, y la orgánica de trabajo.
Esta nueva organización, y el programa político que resulta de este Congreso, representan la continuidad con anteriores proyectos organizacionales del anarco comunismo en estas tierras.
En lo político, vemos como el principal desafío que nos toca enfrentar actualmente, es la construcción de una organización anarquista a nivel nacional, mientras que en lo social, es fortalecer la presencia popular de nuestra organización. Estas herramientas son las que esperamos nos permitirá influir, de forma decisiva, y coherente, para que la propuesta libertaria sea hegemónica en los cambios sociales que el pueblo espera y construye.
¡Por el Socialismo y la Libertad!
Carta de PresentaciónFederación Comunista Libertaria - Chile
I. Somos una organización política revolucionaria anarquista inscrita en la corriente anarco comunista y especifista. Esto quiere decir, que nos reconocemos en la experiencia histórica del anarquismo social, el cual, como crítica al Estado y el Capital, busca por medio de la acción directa del proletariado en lucha, el derrocamiento del actual sistema social basado en la explotación del hombre por el hombre. Para promover e incitar este objetivo emancipador, nos agrupamos como anarquistas, y desde una base política común, participamos en todos los espacios sociales donde sea posible la lucha.
II. La doctrina que promovemos no es el resultado de una inquietud artificial, salida de la cabeza de unos cuantos iluminados, antes bien, es el resultado de la búsqueda de los explotados por lograr su liberación social. Por tanto, si bien el anarquismo ha sido sistematizado a nivel teórico por revolucionarios como Bakunin, Kropotkin, Malatesta, el grupo Dielo Truda (entre otros), su mayor riqueza radica para nosotros en las luchas concretas que han hecho de él una propuesta realizable para superar la actual sociedad de clases.
En ese sentido, tomamos como principales referentes las experiencias de la Comuna de París, el sindicalismo revolucionario del siglo XIX y XX, los soviets libres en la revolución Rusa y el ejercito makhnovista, las colectividades en la España del 36, así como diversas experiencias latinoamericanas de índole libertaria, como la labor desarrollada por los hermanos Flores Magón en la Revolución mexicana, o la Federación Anarquista Uruguaya.
También es del anarquismo chileno, el cual ocupó un lugar importante en el movimiento obrero, desde donde nos alimentamos e intentamos continuar. Hablamos de la labor desarrollada por figuras como Magno Espinoza y Luis Olea en la lucha social de la primera década del siglo XX y de organizaciones libertarias, sindicales y estudiantiles (IWW, FECH, CGT, etc.), durante las décadas del 20 y el 30. Por cierto, también en el movimiento libertario que resurgió desde la década de 1950 (con figuras como Ernesto Miranda, Clotario Blest y organizaciones sindicales de los gremios del calzado, los gráficos y la construcción), donde, si bien no logró consolidarse el proyecto de sociedad al cual se aspiraba, sí se logró impregnar con sus principios al movimiento obrero chileno, por ejemplo en el Congreso Constituyente de la CUT de 1953, con una declaración de principios abiertamente anticapitalista, utilizando la acción directa como método de lucha y propugnando el socialismo integral.
Nuestras ideas también se alimentan de experiencias históricas del proletariado chileno, como los Cordones Industriales, los Comandos Comunales o la resistencia contra la Dictadura, que si bien no tuvieron en su momento una interpretación desde el anarquismo, hoy configuran un importante referente en relación al grado de radicalidad de su crítica al Estado y el Capital.
En este sentido, la libertad fundada en la igualdad, la abolición del estado y la propiedad privada, el antiparlamentarismo, la acción directa, la no colaboración e independencia política de clase, la autogestión, la solidaridad y el internacionalismo, han sido los principios y prácticas constituyentes de esta tradición histórica, que orientan en la actualidad nuestra práctica política.
III. Nuestra organización, en consecuencia, se esfuerza por avanzar en la construcción del Poder Popular, entendido como el proceso en que nuestra clase genera espacios y formas determinadas de auto organización y autogestión que la llevan a un enfrentamiento directo con la clase enemiga, amenazando directamente la sobrevivencia del orden burgués, sobrepasando a los partidos políticos, burocracias sindicales, y toda forma de control ya sea interno o externo, haciendo posible la superación revolucionaria de la sociedad capitalista, la socialización de los medios de producción y la abolición del poder político, actualmente en manos de una ínfima minoría explotadora.
Estos son para nosotros, los requisitos indispensables para la instauración de una sociedad organizada sobre bases federativas, de abajo hacia arriba, desde las unidades básicas a las más complejas, de modo que podamos volver a ser dueños de nuestras vidas y no nos veamos sometidos al papel de ejecutores de voluntades externas. Esto es, la sociedad comunista libertaria, el comunismo anárquico, el socialismo libertario.
IV. Estos objetivos de tipo finalista o estratégicos, -y que sabemos son ideales compartidos con otras corrientes revolucionarias- no pueden conseguirse de la noche a la mañana. Para ello es preciso transitar un camino por el que el proletariado comprenda y reconozca cuáles son las causas de los males que los afligen y cuáles son las mejores herramientas para liberarse de ellas.
Entonces, además de agruparnos como anarquistas, nos agrupamos como explotados y oprimidos, y nos organizamos y luchamos desde los espacios más elementales de nuestra vida, para acumular las experiencias que nos permitan incrementar cada vez más la habilidad del proletariado para organizarse, para pretender cada vez más libertad y bienestar para todos.
Para ello, nos valemos de los métodos de acción que permitan la participación horizontal y democrática de los propios trabajadores y demás sectores populares en la solución de sus problemas. Esto es lo que colectivamente hemos considerado más apropiado para la construcción y fortalecimiento de las organizaciones donde el proletariado pueda organizarse y construir sus programas.
V. Sabemos que esto no es suficiente, puesto que la lucha por demandas inmediatas, económicas, reivindicativas, encontrarán tarde o temprano un techo, un límite donde la patronal y el Estado ya no darán su brazo a torcer. En ese momento (el cual no es posible definir de antemano) el proletariado deberá pasar a la ofensiva, y pretenderemos como anarquistas que logre llevar adelante su propio interés de vivir libremente. Claro está que esta titánica tarea no será pacífica y habrá que recuperar por la fuerza, de las manos de la burguesía, toda la riqueza social que nos ha sido arrebatada, pero procurando en todo momento que el ejercicio de la violencia no sea derecho exclusivo de tal o cual partido o grupo de vanguardia, sino del pueblo en armas conscientemente entregado a la tarea de construir una nueva sociedad.
Decimos esto, lo cual es preciso aclarar, puesto que nuestras intenciones no son las de convertirnos en los guías de una revolución. No luchamos para que nuestra organización gobierne a tal o cual grupo de personas, ni para restablecer luego de innumerables sacrificios el gobierno de unos pocos bienintencionados sobre el conjunto de la sociedad, sino que, al contrario, luchamos por una sociedad de seres humanos libres e iguales.
VI. Estas tareas que mencionamos y el rol que asignamos a la organización política de los anarquistas, debe entenderse en un contexto para que encuentre un sentido y una aplicación más exacta y coherente, poniendo atención al aprendizaje y la experiencia acumulada en cada lucha, lo cual permita comprender los distintos niveles, mínimos y máximos, que son posible alcanzar en el actual grado de desarrollo del movimiento popular.
Entendemos, por tanto, que en la actualidad es preciso construir propuestas programáticas de mayor alcance, alimentadas en la lucha, donde el anarquismo sepa expresar y orientar una alternativa de lucha y construcción popular.
En otras palabras, nuestra opción como anarquistas es construir simultáneamente por dos caminos: por un lado, ser capaces de fomentar la organización social, desarrollar una mirada transversal que disuelva el gremialismo mezquino y apostar a una perspectiva programática común de los sectores en lucha, todo en un contexto de aprendizaje y rearme del proletariado chileno; y por otro lado, y en un sentido orgánico, el fortalecimiento de la organización política de los anarco comunistas, para dotar a esta lucha de un horizonte libertario que pueda superar de forma radical la sociedad de clases.
Con estas aspiraciones encaminamos nuestros esfuerzos y en ellos esperamos encontrarnos con todos los que luchan sincera y entregadamente.
¡Por el Socialismo y la Libertad!¡Arriba las y los que Luchan!
Carta de PresentaciónFederación Comunista Libertaria - Chile
I. Somos una organización política revolucionaria anarquista inscrita en la corriente anarco comunista y especifista. Esto quiere decir, que nos reconocemos en la experiencia histórica del anarquismo social, el cual, como crítica al Estado y el Capital, busca por medio de la acción directa del proletariado en lucha, el derrocamiento del actual sistema social basado en la explotación del hombre por el hombre. Para promover e incitar este objetivo emancipador, nos agrupamos como anarquistas, y desde una base política común, participamos en todos los espacios sociales donde sea posible la lucha.
II. La doctrina que promovemos no es el resultado de una inquietud artificial, salida de la cabeza de unos cuantos iluminados, antes bien, es el resultado de la búsqueda de los explotados por lograr su liberación social. Por tanto, si bien el anarquismo ha sido sistematizado a nivel teórico por revolucionarios como Bakunin, Kropotkin, Malatesta, el grupo Dielo Truda (entre otros), su mayor riqueza radica para nosotros en las luchas concretas que han hecho de él una propuesta realizable para superar la actual sociedad de clases.
En ese sentido, tomamos como principales referentes las experiencias de la Comuna de París, el sindicalismo revolucionario del siglo XIX y XX, los soviets libres en la revolución Rusa y el ejercito makhnovista, las colectividades en la España del 36, así como diversas experiencias latinoamericanas de índole libertaria, como la labor desarrollada por los hermanos Flores Magón en la Revolución mexicana, o la Federación Anarquista Uruguaya.
También es del anarquismo chileno, el cual ocupó un lugar importante en el movimiento obrero, desde donde nos alimentamos e intentamos continuar. Hablamos de la labor desarrollada por figuras como Magno Espinoza y Luis Olea en la lucha social de la primera década del siglo XX y de organizaciones libertarias, sindicales y estudiantiles (IWW, FECH, CGT, etc.), durante las décadas del 20 y el 30. Por cierto, también en el movimiento libertario que resurgió desde la década de 1950 (con figuras como Ernesto Miranda, Clotario Blest y organizaciones sindicales de los gremios del calzado, los gráficos y la construcción), donde, si bien no logró consolidarse el proyecto de sociedad al cual se aspiraba, sí se logró impregnar con sus principios al movimiento obrero chileno, por ejemplo en el Congreso Constituyente de la CUT de 1953, con una declaración de principios abiertamente anticapitalista, utilizando la acción directa como método de lucha y propugnando el socialismo integral.
Nuestras ideas también se alimentan de experiencias históricas del proletariado chileno, como los Cordones Industriales, los Comandos Comunales o la resistencia contra la Dictadura, que si bien no tuvieron en su momento una interpretación desde el anarquismo, hoy configuran un importante referente en relación al grado de radicalidad de su crítica al Estado y el Capital.
En este sentido, la libertad fundada en la igualdad, la abolición del estado y la propiedad privada, el antiparlamentarismo, la acción directa, la no colaboración e independencia política de clase, la autogestión, la solidaridad y el internacionalismo, han sido los principios y prácticas constituyentes de esta tradición histórica, que orientan en la actualidad nuestra práctica política.
III. Nuestra organización, en consecuencia, se esfuerza por avanzar en la construcción del Poder Popular, entendido como el proceso en que nuestra clase genera espacios y formas determinadas de auto organización y autogestión que la llevan a un enfrentamiento directo con la clase enemiga, amenazando directamente la sobrevivencia del orden burgués, sobrepasando a los partidos políticos, burocracias sindicales, y toda forma de control ya sea interno o externo, haciendo posible la superación revolucionaria de la sociedad capitalista, la socialización de los medios de producción y la abolición del poder político, actualmente en manos de una ínfima minoría explotadora.
Estos son para nosotros, los requisitos indispensables para la instauración de una sociedad organizada sobre bases federativas, de abajo hacia arriba, desde las unidades básicas a las más complejas, de modo que podamos volver a ser dueños de nuestras vidas y no nos veamos sometidos al papel de ejecutores de voluntades externas. Esto es, la sociedad comunista libertaria, el comunismo anárquico, el socialismo libertario.
IV. Estos objetivos de tipo finalista o estratégicos, -y que sabemos son ideales compartidos con otras corrientes revolucionarias- no pueden conseguirse de la noche a la mañana. Para ello es preciso transitar un camino por el que el proletariado comprenda y reconozca cuáles son las causas de los males que los afligen y cuáles son las mejores herramientas para liberarse de ellas.
Entonces, además de agruparnos como anarquistas, nos agrupamos como explotados y oprimidos, y nos organizamos y luchamos desde los espacios más elementales de nuestra vida, para acumular las experiencias que nos permitan incrementar cada vez más la habilidad del proletariado para organizarse, para pretender cada vez más libertad y bienestar para todos.
Para ello, nos valemos de los métodos de acción que permitan la participación horizontal y democrática de los propios trabajadores y demás sectores populares en la solución de sus problemas. Esto es lo que colectivamente hemos considerado más apropiado para la construcción y fortalecimiento de las organizaciones donde el proletariado pueda organizarse y construir sus programas.
V. Sabemos que esto no es suficiente, puesto que la lucha por demandas inmediatas, económicas, reivindicativas, encontrarán tarde o temprano un techo, un límite donde la patronal y el Estado ya no darán su brazo a torcer. En ese momento (el cual no es posible definir de antemano) el proletariado deberá pasar a la ofensiva, y pretenderemos como anarquistas que logre llevar adelante su propio interés de vivir libremente. Claro está que esta titánica tarea no será pacífica y habrá que recuperar por la fuerza, de las manos de la burguesía, toda la riqueza social que nos ha sido arrebatada, pero procurando en todo momento que el ejercicio de la violencia no sea derecho exclusivo de tal o cual partido o grupo de vanguardia, sino del pueblo en armas conscientemente entregado a la tarea de construir una nueva sociedad.
Decimos esto, lo cual es preciso aclarar, puesto que nuestras intenciones no son las de convertirnos en los guías de una revolución. No luchamos para que nuestra organización gobierne a tal o cual grupo de personas, ni para restablecer luego de innumerables sacrificios el gobierno de unos pocos bienintencionados sobre el conjunto de la sociedad, sino que, al contrario, luchamos por una sociedad de seres humanos libres e iguales.
VI. Estas tareas que mencionamos y el rol que asignamos a la organización política de los anarquistas, debe entenderse en un contexto para que encuentre un sentido y una aplicación más exacta y coherente, poniendo atención al aprendizaje y la experiencia acumulada en cada lucha, lo cual permita comprender los distintos niveles, mínimos y máximos, que son posible alcanzar en el actual grado de desarrollo del movimiento popular.
Entendemos, por tanto, que en la actualidad es preciso construir propuestas programáticas de mayor alcance, alimentadas en la lucha, donde el anarquismo sepa expresar y orientar una alternativa de lucha y construcción popular.
En otras palabras, nuestra opción como anarquistas es construir simultáneamente por dos caminos: por un lado, ser capaces de fomentar la organización social, desarrollar una mirada transversal que disuelva el gremialismo mezquino y apostar a una perspectiva programática común de los sectores en lucha, todo en un contexto de aprendizaje y rearme del proletariado chileno; y por otro lado, y en un sentido orgánico, el fortalecimiento de la organización política de los anarco comunistas, para dotar a esta lucha de un horizonte libertario que pueda superar de forma radical la sociedad de clases.
Con estas aspiraciones encaminamos nuestros esfuerzos y en ellos esperamos encontrarnos con todos los que luchan sincera y entregadamente.
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