jueves, 15 de octubre de 2009

ESCENARIOS, PROCESOS Y PRÁCTICAS DE COMUNICACIÓN EN ASOCIACIONES PARA LA VIVIENDA EN MEDELLÍN (parte 2)


Autoconstrucción


Una de las maneras de aumentar ese ingreso familiar, fue, así mismo, el aprovechamiento de las áreas de la vivienda en otros usos más lucrativos. La edificación de alcobas, la construcción de apartamentos, fueron posibilidad de complementar los ingresos y de aprovechar el incremento de la renta del suelo. Aunque la intención inicial de los que construían era heredar una vivienda a sus hijos, también, era una oportunidad de tener ingresos adicionales. Fue un proceso financiado y desarrollado de la misma manera en que se había levantado la casa: por autoconstrucción e invirtiendo parte del salario o las prestaciones sociales, a costa de una adecuada alimentación, recreación y atención médica.
Era una ampliación de la vivienda pero, al mismo tiempo, una reducción de la calidad espacial en beneficio de un ingreso adicional. Esta transformación en la vivienda trajo consigo la metamorfosis de algunas prácticas culturales. La cría de animales como gallinas, cerdos y el cultivo de plantas ornamentales y medicinales y de árboles frutales fueron, desplazados o desaparecieron ante la reducción del espacio.
A partir de esas modificaciones del espacio familiar, los pobladores vieron otras maneras de continuar con esas prácticas: plantas colgantes, envasadas en plástico y vasijas de aluminio, cultivo en el antejardín y la utilización de macetas. Las porquerizas fueron trasladadas a las azoteas. De acuerdo la medida de las transformaciones del espacio familiar se acentuaban o desaparecían esas prácticas hogareñas heredadas de la vivencia en pueblos y zonas rurales.
El aprovechamiento de espacios libres dentro y fuera de las viviendas fue más alto en las antiguas urbanizaciones "piratas" que en los barrios de invasión. En las urbanizaciones piratas, a pesar de inclumplirse los estatutos reglamentarios de ordenamiento del espacio y construcción, el loteo se basó en planos. En estas urbanizaciones fue mucho más fácil la construcción de infraestructura y la extensión de servicios públicos y la numeración de calles. En las invasiones, en cambio el poblamiento fue desigual, sin un orden prestablecido y la realización de estas obras se acomodó a la distribución del espacio que habían adoptado los pobladores.
La densificación de estos barrios implicó, asimismo, un desplazamiento de las actividades lúdicas y recreativas, realizadas antes en las mangas y a la orilla de las quebradas, lugares gradualmente edificados o invadidos por otros grupos que se asentaron allí.

Prácticas culturales
Los patrones culturales hegemónicos difundidos por medio de las mismas instituciones sociales en relación con la estructura de vivienda, su decoración, la composición del barrio, dan a entender los motivos por los cuales grandes grupos, en desventajas en la participación del producto social y cultural, se esfuerzan a toda costa en reproducir, a su manera y envueltos en esa misma situación desventajosa, los patrones culturales de habitar la ciudad. Es una resistencia a la exclusión, pero, a su vez, una particularización, una resistencia a lo masivo. No es una imitación ramplona de los modos de construir y vivir, decorar y mostrar la vivienda propios de otros grupo socio-culturales. Es, por el contrario, una re-semantización, un revestimiento de otros sentidos a objetos con funciones iguales.
El mercado, por una parte, fomenta la homogeneización en la construcción, decoración y usos de la vivienda. Pero acceder a esa homogeneización, a esa nivelación social, cuesta. Los pobladores de esos barrios, con una herencia de pautas culturales propias de modos de vida campesina, para entrar en la ciudad retoman, según sus posibilidades y capacidad adquisitiva, los modelos socialmente aceptados y culturalmente aprendidos de hacer un barrio y los llenan de significados que son una mezcla entre rural y lo urbano. En este sentido, lo cultural de esos procesos de poblamiento, es proceso de percibir la ciudad y acoplar sus patrones culturales a los urbanos. Es un tejido simbólico que atraviesa el comportamiento individual y colectivo de los pobladores en su desenvolvimiento cotidiano.

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